Aunque sabemos que la muerte es algo de lo que nadie
está exento que suceda, sentirla amenazando nuestras fa-
milias y arrinconándonos en la angustia, el desespero y el
vacío a causa de otro ser humano que quiere romper con
el orden natural; no tiene precio al momento de querer
por fin tener paz.
Hasta quienes ocupan puestos de responsabilidad no
acepten cuestionarse con valentía su modo de adminis-
trar el poder y de procurar el bienestar de sus pueblos,
será difícil imaginar que se pueda progresar verdadera-
mente hacia la paz.
Valentina Morales