| summacoaching | Junio 2018 |
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dos mientras manejamos el coche.
Si eso nos sucede con actividades que se desarrollan en el mundo material, ¿ qué podemos esperar en el ámbito emocional? Es poco común que prestemos atención, de verdad prestar atención con detenimiento e intención, a lo que sentimos, a nuestras emociones.
No nos percatamos de que ese es uno de los pasos para poder hacernos con el control de ellas. Saber certeramente lo que sentimos, nos permitirá superar cualquier crisis que se presente.
Gestión emocional significa no dejarnos llevar y actuar impulsivamente independientemente de lo que estemos sintiendo. Saber
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como manejar el torbellino de emociones que surgen en determinados momentos y actuar racional y coherentemente.
1. Acepta. Para entender la aceptación hay que remitirnos a la palabra – aceptar – que, según el diccionario de la Real Academia de la lengua Española, significa:“ recibir voluntariamente o sin oposición lo que se da, ofrece o encarga”. No hay connotaciones positivas o negativas en esa definición. Las emociones son parte de lo que significa ser
humano, aceptar todas las emociones que existen es el primer paso para liberarse del yugo que puede llegar a imponer sobre la persona.
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Es sumamente fácil aceptar la alegría o la felicidad que crean bienestar, pero cuando se trata de emociones complejas como la tristeza o el enojo, habitualmente se apoderan de la persona y se percibe la realidad de un modo caótico. Normalmente esto suele ser porque ambas emociones, tristeza o enojo, son derivadas de un sentimiento de impotencia. Como personas debemos aceptar que ocasionalmente, hay momentos o situaciones en las que no podemos hacer nada. Sobre todo, es preciso aceptar que eso no es necesariamente algo negativo. Simplemente, como humanos que somos, no podemos abarcar un TODO; aceptar y recibir sin oposición es clave para la gestión emocional.
2. Vuélvete consciente. Hay que ser sumamente objetivos. No hay que ver las cosas desde el punto de vista como quisiéramos
Gestión emocional significa no dejarnos llevar y actuar impulsivamente independientemente de lo que estemos sintiendo. Saber como manejar el torbellino de emociones que surgen en determinados momentos y actuar racional y coherentemente.
que fueran sino como son verdaderamente.
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Es un ejercicio de reflexión, desprovisto de juicios de valor que permita aceptar no solo lo“ positivo” si no también lo“ negativo”( la aceptación no tiene esos dos polos) y a partir de ello, reconocer nuestro margen de acción. Puedes comenzar preguntándote: ¿ qué estoy sintiendo?, ¿ qué es lo que no me gusta de lo que siento en respecto a …, qué puedo hacer para remediarlo?, ¿ realmente puedo hacer algo para remediarlo, o no?
3. Detente y presta atención. Respira muchas veces lo único que hace falta es tomarse el tiempo que uno se tarda en hacer dos o tres inhalaciones y exhalaciones. La clave está en detenerse lo suficiente para detectar nuestra emoción imperante. El simple hecho de tomarse el tiempo para discernir la situación, habrá hecho que el candor emocional haya disminuido lo suficiente como para poder aceptar lo que se está sintiendo y, en caso de tener que hacer algo, actuar de manera coherente y proporcional a lo que requiere
la situación.
4. Aprende a distinguir. Esos momentos en los que el margen de acción es muy limitado o es nulo, no tiene nada de“ malo” retirarse, pues quedarse en ese momento no sería
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