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La Mujer Mariposa. Su buena vida. (continuación)
DÍGALO EN VOZ ALTA
El Entrenador dibuja la Figura 2, La Mujer Mariposa al principio, capaz y gozando de buena
salud, y comienza la historia.
Érase una vez una Mujer Mariposa que vivía en un pequeño pueblo rodeado de verdes colinas.
A ella le encantaba sentarse junto al río que corría cerca. Vivía en una casa sólida con sus hijos
y su esposo. Ellos tenían vecinos buenos y otros no tanto, pero por la noche dormían en paz y
despertaban a la mañana siguiente con el corazón agradecido. El país estaba tranquilo y la gente
tenía suficiente para comer y beber.
La mujer era de buen corazón y poseía un cuerpo fuerte. Sus pies recorrían largas distancias
y tenía manos hábiles. A menudo cantaba, y se le podía ver lavando la ropa en el río, caminando
con un balanceo de caderas, o correteando con sus hijos. Su esposo era una buena persona. Ella
se sentía satisfecha y orgullosa. La mayor parte del tiempo confiaba en la vida y en la gente que la
rodeaba. Cuando se arrepentía de algo, lloraba un poco y se decía que eso mejoraría. Ella quería
convertirse en una mujer sabia, una a la que otras personas pudieran acudir en busca de consejos
en tiempos difíciles.
Los días siguieron. En su ala derecha se hallaban todos los buenos recuerdos de su vida: la verde
ladera, el sonido del río que amaba y la fragancia de sus flores favoritas. Pensar en los árboles y los
animales la hacía sentirse tranquila. Mirar la casa la hacía sentir segura. Los recuerdos de sus hijos,
creciendo año tras año, la hacían sentirse orgullosa. Recordaba la sonrisa de su madre y el vestido
de cuello que le había regalado una amiga. También tuvo recuerdos tristes: despedirse de su amiga
cuando se mudó a otra parte del país, la enfermedad y muerte de su madre. Todos estos recuerdos
se almacenaban en su ala derecha. La hacían sentirse lo suficientemente fuerte para pensar, sentir
y vivir su vida.
En su ala izquierda, guardaba sus sueños sobre el futuro y algunas preocupaciones, aunque
éstas no eran tan grandes como para que no pudiera manejarlas. A veces soñaba con un vestido
nuevo y unos buenos zapatos para no mojarse los pies. Pero su sueño más grande era respecto
a la educación de sus hijos. Cada mes trataba de ahorrar algo de dinero para su educación. Ella
guardaba todos sus sueños, preocupaciones, planes y anhelos en el ala izquierda. Estos la hacían
sentirse viva y que tenía suficiente control sobre su vida. Cada mañana cuando despertaba, hacia
una respiración profunda, lista para comenzar un nuevo día. Cada noche antes de ir a dormir,
sostenía su rostro por un momento entre las palmas de sus manos, rezando y dando gracias por
su buena vida.
Objetivo. Empezar la historia de la Mujer Mariposa; cuando su vida era
buena.