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43 La Mujer Mariposa. Su buena vida. (continuación) DÍGALO EN VOZ ALTA El Entrenador dibuja la Figura 2, La Mujer Mariposa al principio, capaz y gozando de buena salud, y comienza la historia. Érase una vez una Mujer Mariposa que vivía en un pequeño pueblo rodeado de verdes colinas. A ella le encantaba sentarse junto al río que corría cerca. Vivía en una casa sólida con sus hijos y su esposo. Ellos tenían vecinos buenos y otros no tanto, pero por la noche dormían en paz y despertaban a la mañana siguiente con el corazón agradecido. El país estaba tranquilo y la gente tenía suficiente para comer y beber. La mujer era de buen corazón y poseía un cuerpo fuerte. Sus pies recorrían largas distancias y tenía manos hábiles. A menudo cantaba, y se le podía ver lavando la ropa en el río, caminando con un balanceo de caderas, o correteando con sus hijos. Su esposo era una buena persona. Ella se sentía satisfecha y orgullosa. La mayor parte del tiempo confiaba en la vida y en la gente que la rodeaba. Cuando se arrepentía de algo, lloraba un poco y se decía que eso mejoraría. Ella quería convertirse en una mujer sabia, una a la que otras personas pudieran acudir en busca de consejos en tiempos difíciles. Los días siguieron. En su ala derecha se hallaban todos los buenos recuerdos de su vida: la verde ladera, el sonido del río que amaba y la fragancia de sus flores favoritas. Pensar en los árboles y los animales la hacía sentirse tranquila. Mirar la casa la hacía sentir segura. Los recuerdos de sus hijos, creciendo año tras año, la hacían sentirse orgullosa. Recordaba la sonrisa de su madre y el vestido de cuello que le había regalado una amiga. También tuvo recuerdos tristes: despedirse de su amiga cuando se mudó a otra parte del país, la enfermedad y muerte de su madre. Todos estos recuerdos se almacenaban en su ala derecha. La hacían sentirse lo suficientemente fuerte para pensar, sentir y vivir su vida. En su ala izquierda, guardaba sus sueños sobre el futuro y algunas preocupaciones, aunque éstas no eran tan grandes como para que no pudiera manejarlas. A veces soñaba con un vestido nuevo y unos buenos zapatos para no mojarse los pies. Pero su sueño más grande era respecto a la educación de sus hijos. Cada mes trataba de ahorrar algo de dinero para su educación. Ella guardaba todos sus sueños, preocupaciones, planes y anhelos en el ala izquierda. Estos la hacían sentirse viva y que tenía suficiente control sobre su vida. Cada mañana cuando despertaba, hacia una respiración profunda, lista para comenzar un nuevo día. Cada noche antes de ir a dormir, sostenía su rostro por un momento entre las palmas de sus manos, rezando y dando gracias por su buena vida. Objetivo. Empezar la historia de la Mujer Mariposa; cuando su vida era buena.