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134 3. Cultura y conceptos sobre el trauma Planteamiento teórico En las Partes I y II hablamos acerca de los síntomas psicológicos y físicos que pueden presentan las personas traumatizadas, y algunas de las maneras en que se puede ayudar a las sobrevivientes a manejar su sufrimiento. Aquí observamos las diferentes actitudes hacia el trauma psicológico que podríamos encontrar en diferentes países y contextos alrededor del mundo. Las reacciones fisiológicas ante los eventos traumáticos son iguales en todas partes, pero las respuestas culturales difieren extensamente. Por lo tanto, es esencial comprender la influencia de la cultura en las sobrevivientes que buscamos ayudar, y reconocer que nuestras propias actitudes influyen también en cómo nos sentimos y pensamos. ¿Por qué las personas reaccionan de manera diferente? ¿Se debe a lo que llamamos “cultura”? El American Heritage Dictionary of the English Languaje (Diccionario del Patrimonio Americano de Lengua Inglesa) define la cultura como: “La totalidad de los patrones de conducta socialmente transmitidos, las artes, las creencias, las instituciones y todos los demás productos del trabajo humano y del pensamiento característico de una comunidad o población”. De acuerdo a Hoebel (1966), la cultura es “un sistema integrado de patrones de comportamiento o conductas aprendidos, que son característicos de los miembros de una sociedad y que no resultan de la herencia biológica.” La cultura permite a las personas sentir afinidad y relacionarse entre sí, formar comunidades, transmitir ideas, valores y maneras de vivir a través de las generaciones. “La cultura comunica los conocimientos y habilidades que una comunidad necesita para sobrevivir con el paso del tiempo”. A través de nuestra cultura y lenguaje cultural, “aprendemos” a interpretar diferentes situaciones sociales, incluidas nuestras reacciones a eventos traumáticos y cómo lidiar con ellos. Por lo tanto, hay que tener en cuenta que lo que se considera sano o normal en una sociedad, puede ser perjudicial en otra. La APA ha definido los llamados “Síndromes Dependientes de la Cultura (SDC) o Síndromes Culturales” en el DSM-IV, apéndice I (APA, 1994). Son generalmente categorías de diagnóstico relacionadas al folclore en sociedades específicas o áreas culturales, que intentan explicar el significado de ciertas experiencias y observaciones repetitivas, modeladas o problemáticas (APA, 1994). Es característico de estos síndromes que no puedan definirse en términos de cambios objetivos en los órganos o funciones del cuerpo, y que no se encuentran en otras culturas. Estas enfermedades tienden a tener connotaciones psicológicas o religiosas. El término “SDC” es controvertido, ya que podría implicar que los síndromes dependientes de la cultura se limitan a sociedades que son objeto de estudio etnográfico (normalmente comunidades indígenas), como si aquellos, es decir, nosotros que estudiamos esas sociedades estuviéramos “libres de cultura” (Guarnaccia y Pinkay, 2008). Desde luego que las sociedades occidentales no están exentas de cultura. En los últimos años, los investigadores se han vuelto más conscientes de que el trastorno de estrés postraumático (TEPT) y otros trastornos del estrés, varían ampliamente entre las diferentes culturas. Muchos de los ejemplos de SDC, que se han estudiado implican síndromes disociativos o somáticos (en términos occidentales), frecuentemente, vinculados a historias de trauma. El “sentir nervios” en América Latina, los “hechizos” en el Sur de Estados Unidos, “Zar” en el Norte de África y las “reacciones psicóticas qi-gong” en China, comparten similitudes interculturales. En los llamados “Trastornos de Trance por Posesión”, la identidad de una persona es reemplazada por la de alguien más.