Spanish ACAMS Today (Diciembre ’15- Febrero ’16) Vol. 15 No. 1 | Page 28

S OLU CI ON E S PRÁCTI CAS El triángulo de la anticorrupción C omo lo dijo sucintamente el primer ministro David Cameron, “La corrupción es el cáncer en el centro de muchos de los problemas que enfrentamos en todo el mundo hoy día”. 1 Una mirada por todo el globo deja a la vista cómo la corrupción dilapida las esperanzas de los ciudadanos que anhelan un gobierno equitativo. La corrupción, más que cualquier otro factor, ha empujado a mucha nación a un mar de cleptocracia, guerra civil, hambre y pérdida de los derechos humanos básicos. La corrupción es un asesino de naciones. El Foro Económico Mundial 2 estima que la corrupción suma el 10 por ciento de los costos de negocio a nivel mundial y el Banco Mundial cree que se paga alrededor de $1 billón en sobornos cada año. 3 Cuando los funcionarios de alto nivel dentro de las agencias reguladoras están comprados, no hay ninguna posibilidad de igualdad de condiciones y el comercio compe- titivo está bloqueado. Peor aún, la corrupción puede causar la muerte y la destrucción masiva como se vio en China, donde un almacén lleno de productos químicos peli- grosos estalló y mató a 114 personas, muchas de las cuales eran bomberos. Se había sobornado a las autoridades que debían garantizar la seguridad. Sarah Chayes, autora del afamado libro Thieves of State (Los Ladrones del Estado), presenta el argumento convincente de que los movimientos extremistas son el producto de la corrupción desenfrenada. Según Chayes, el tipo de corrupción que evoca la asimilación extremista es lo que ella llama corrupción “en tus narices”. “Es cuando el policía no te detiene sólo una o dos veces”, sino en repetidas ocasiones hasta que pagues. Cuando la corrupción se hace tan arraigada en la vida cotidiana, la enfermedad hace metástasis. Una vez que un país realiza esta “etapa [cuatro] de malignidad”, se acerca a un punto de inflexión destinado a un estado de fracaso. 4 El delito organizado es un síntoma de corrupción. Tanto si se trata de Al Capone o El Chapo Guzmán, ambos deben su ascenso meteórico a funciona- rios corruptos dispuestos a hacer la vista gorda por un precio. Es difícil de imaginar, pero los EE.UU. estuvieron cerca de su punto de inflexión de corrupción. Hasta los principios del decenio de 1930, los EE.UU. parecía lo que México parece hoy: empresas delictivas controlando el comercio diario en muchas regiones. 28