Spanish ACAMS Today (Diciembre ’13- Febrero ’14) Vol. 13 No. 1 | Page 32

SOLUCIONES PRÁCTICAS Cómo prevenir las violaciones del ALD L as violaciones del programa de ALD parecen haber aumentado significativamente en los últimos años. Los programas han sido señalados por tener sistemas deficientes de control interno, auditorías ineficaces, formación deficiente o incluso no contar con un oficial de ALD calificado. El requisito de contar con un programa de ALD ha estado en vigor desde hace mucho tiempo — en los Estados Unidos por más de una década — ¿Entonces, por qué tantas de estas violaciones acaban saliendo a la luz justo ahora? Los detalles de cada caso varían, pero la mayoría parecen surgir de una confluencia de factores que pueden ser reducidos a dos causas relativamente simples: el mayor acceso a la información conduce a un entorno regulatorio más estricto y una mayor presión sobre los ingresos presiona sobre la eficacia de cumplimiento. Un mayor acceso a la información conduce a un entorno regulador más estricto El aumento en la capacidad de la prensa y los medios sociales para dirigir la atención — y a veces la indignación- hacia personas o acontecimientos ha logrado algunos cambios importantes en el mundo. Mientras que la Primavera Árabe ha demostrado cómo estas fuerzas pueden cambiar los gobiernos, estos medios de comunicación amplia y fácilmente disponibles ya están impactando cómo se perciben las instituciones financieras cuando se presenten casos de mala conducta. Con todos la información mediática sobre muchas de los últimas grandes multas a las grandes instituciones financieras, el ALD y otros lapsos de cumplimiento y gestión de riesgos, el público ha dejado claro que el statu quo de las críticas reguladoras no públicas es inaceptable. Si bien el aumento de las multas ha estado recibiendo la atención gerencial, el público parece estar receloso de la capacidad de las instituciones financieras en pagar para poder evitar las sanciones debidas a mala conducta. El público busca cada vez más que los individuos sean castigados por la conducta (o mala conducta, a los ojos de los miembros más indignados de la opinión pública y las páginas editoriales de las instituciones). Se puede argumentar mucho a favor de por qué sucede esto, incluyendo el hecho de que la responsabilidad penal es mucho más difícil de demostrar y para hacer cumplir la ley se tienen recursos limitados, mientras que los casos civiles tienen un estándar probatorio mucho menor. Con este telón de fondo, no resulta difícil entender la indignación pública cuando a una gran institución se la amonesta por no prevenir adecuadamente alguna fechoría, ya sea desalojar a personas de sus hogares, los ratios de capital insuficientes o el lavado de dinero para narcotraficantes y terroristas, incluso en casos de multas multimillonarias contra la institución. Los medios informan de este atropello y hay intensificación rápida, con el enojo creciente de más gente que publica comentarios sobre las historias que inflaman aún más a la opinión pública. Afortunadamente, la industria financiera no tiene que preocuparse demasiado por las turbas blandiendo antorchas, pero surgen otras preocupaciones. En algún momento, la protesta pública deja de centrarse sólo en la mala conducta de los bancos y lo que el público ve como su sed implacable de ganancias; el público ve quién está supervisando estas instituciones y qué han estado haciendo para detener la conducta inadecuada. Los reguladores han sido probablemente conscientes del sentimiento público que se gestaba durante cierto tiempo, pero ahora se han convertido en un objetivo ellos también. La opinión del público está cambiando y ahora parece ser que piensa que los reguladores podrían, y deberían, evitar, en primer lugar, que esta actividad suceda. Llegado a este punto, la competencia y/o la independencia del regulador queda puesta en duda por el público enojado, y en algunos casos, por parte de funcionarios gubernamentales de alto rango. Esto no quiere decir que los reguladores son incompetentes o se encuentran en deuda con las entidades que regulan, ni mucho menos; sin embargo, a menudo la opinión pública y la percepción que se tiene se convierten en realidad y generan una respuesta. Cuando a una persona o agencia se le enfoca desde todos los ángulos diciendo que no está haciendo su trabajo, debe redoblar sus esfuerzos para recuperar esa confianza. Por lo tanto, los reguladores, que necesitan demostrar a la opinión pública que en realidad se están ocupando del tema, por lo general empiezan a conducir con mayor vigor sus http.//www.occ.treas.gov/news-issuances/speeches/2013/pub-speech-2013-146.pdf 1 32 ACAMS TODAY | DICIEMBRE 2013–FEBRERO 2014 | ACAMS.ORG/ESPANOL | ACAMSTODAY.ORG exámenes reglamentarios, con mayor detalle en las cuestiones que están a la vista del público. Para demostrar el aumento de su