SOLUCIONES PRÁCTICAS
Cómo prevenir las violaciones del ALD
L
as violaciones del programa de ALD
parecen haber aumentado significativamente en los últimos años. Los
programas han sido señalados por tener
sistemas deficientes de control interno, auditorías ineficaces, formación deficiente o incluso
no contar con un oficial de ALD calificado. El
requisito de contar con un programa de ALD ha
estado en vigor desde hace mucho tiempo — en
los Estados Unidos por más de una década —
¿Entonces, por qué tantas de estas violaciones
acaban saliendo a la luz justo ahora?
Los detalles de cada caso varían, pero la mayoría
parecen surgir de una confluencia de factores
que pueden ser reducidos a dos causas relativamente simples: el mayor acceso a la información
conduce a un entorno regulatorio más estricto y
una mayor presión sobre los ingresos presiona
sobre la eficacia de cumplimiento.
Un mayor acceso a la información
conduce a un entorno regulador más
estricto
El aumento en la capacidad de la prensa y los
medios sociales para dirigir la atención — y a
veces la indignación- hacia personas o acontecimientos ha logrado algunos cambios importantes en el mundo. Mientras que la Primavera
Árabe ha demostrado cómo estas fuerzas pueden
cambiar los gobiernos, estos medios de comunicación amplia y fácilmente disponibles ya están
impactando cómo se perciben las instituciones
financieras cuando se presenten casos de mala
conducta. Con todos la información mediática
sobre muchas de los últimas grandes multas a las
grandes instituciones financieras, el ALD y otros
lapsos de cumplimiento y gestión de riesgos, el
público ha dejado claro que el statu quo de las
críticas reguladoras no públicas es inaceptable.
Si bien el aumento de las multas ha estado recibiendo la atención gerencial, el público parece
estar receloso de la capacidad de las instituciones financieras en pagar para poder evitar las
sanciones debidas a mala conducta. El público
busca cada vez más que los individuos sean
castigados por la conducta (o mala conducta, a
los ojos de los miembros más indignados de la
opinión pública y las páginas editoriales de las
instituciones). Se puede argumentar mucho
a favor de por qué sucede esto, incluyendo el
hecho de que la responsabilidad penal es mucho
más difícil de demostrar y para hacer cumplir la
ley se tienen recursos limitados, mientras que
los casos civiles tienen un estándar probatorio
mucho menor.
Con este telón de fondo, no resulta difícil
entender la indignación pública cuando a
una gran institución se la amonesta por no
prevenir adecuadamente alguna fechoría, ya sea
desalojar a personas de sus hogares, los ratios
de capital insuficientes o el lavado de dinero
para narcotraficantes y terroristas, incluso
en casos de multas multimillonarias contra la
institución. Los medios informan de este atropello y hay intensificación rápida, con el enojo
creciente de más gente que publica comentarios sobre las historias que inflaman aún más a
la opinión pública. Afortunadamente, la industria financiera no tiene que preocuparse demasiado por las turbas blandiendo antorchas, pero
surgen otras preocupaciones.
En algún momento, la protesta pública deja de
centrarse sólo en la mala conducta de los bancos
y lo que el público ve como su sed implacable de
ganancias; el público ve quién está supervisando
estas instituciones y qué han estado haciendo
para detener la conducta inadecuada. Los reguladores han sido probablemente conscientes
del sentimiento público que se gestaba durante
cierto tiempo, pero ahora se han convertido en
un objetivo ellos también. La opinión del público
está cambiando y ahora parece ser que piensa
que los reguladores podrían, y deberían, evitar,
en primer lugar, que esta actividad suceda.
Llegado a este punto, la competencia y/o la independencia del regulador queda puesta en duda
por el público enojado, y en algunos casos, por
parte de funcionarios gubernamentales de alto
rango. Esto no quiere decir que los reguladores
son incompetentes o se encuentran en deuda
con las entidades que regulan, ni mucho menos;
sin embargo, a menudo la opinión pública y la
percepción que se tiene se convierten en realidad
y generan una respuesta. Cuando a una persona
o agencia se le enfoca desde todos los ángulos
diciendo que no está haciendo su trabajo, debe
redoblar sus esfuerzos para recuperar esa
confianza.
Por lo tanto, los reguladores, que necesitan
demostrar a la opinión pública que en realidad
se están ocupando del tema, por lo general
empiezan a conducir con mayor vigor sus
http.//www.occ.treas.gov/news-issuances/speeches/2013/pub-speech-2013-146.pdf
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32 ACAMS TODAY | DICIEMBRE 2013–FEBRERO 2014 | ACAMS.ORG/ESPANOL | ACAMSTODAY.ORG
exámenes reglamentarios, con mayor detalle en
las cuestiones que están a la vista del público.
Para demostrar el aumento de su