Me encontraba a solas en mi habitación cuando
escuché la voz, profunda y distorsionada, que provenía
de debajo de mi cama.
---Oye —llamó la voz.
Me dije a mí mismo que solo la estaba imaginando.
—Oye, niño —repitió.
Me llevé las rodillas a mi pecho y agaché la cabeza por
debajo de la sábana, tratando de bloquear la voz y el
viento frío que soplaba desde la ventana, agitando las
cortinas.
—¿Quién eres? —pregunté.
—Soy el monstruo bajo tu cama.
—¿O sea que eres real?
—¿A qué te refieres? Por supuesto que soy real.
—¿Tienes un nombre?
—Por supuesto que tengo un nombre.
—Ah… ¿y cuál es?
—Frank.
—¿Frank?
—Sí. ¿Qué tiene de malo?
—Nada. Es decir, no sé. Es solo que no es muy
monstruo… so.
—Pues, mis padres no querían que me
convirtiera en un monstruo.
7 Junio 2020
—¿En serio? ¿Qué querían que fueras?
—Un dentista.
—Eso es gracioso —contesté, sintiendo cómo
empezaba a sonreír.
—¿Qué quieren tus padres que seas?
—No lo sé… ¿Oye, Frank?
—¿Sí?
—¿No vas a tratar… como de… asustarme o
algo?
—¿Qué? ¿Por qué haría eso?
—Bueno, eres un monstruo, ¿no?
—Pues, sí, por supuesto que lo soy, pero eso no
significa que asusto a niños pequeños.
—Pero pensé que ese era tu trabajo.
—Mi trabajo es asustar personas. Pero solo a
las personas malas.
—¿Soy una persona mala?
—No, pero no es a ti a quien vengo a asustar.
—¿A quién has venido a asustar?
—Al hombre en tu armario.
La piel de mis brazos se me hormigueó.
Quería preguntarle a qué se refería, pero me quedé
callado cuando escuché un crujido que provenía del
armario. La puerta rechinó al abrirse y pude escuchar
pisadas suaves acercándose