Confort y Eco Pro. Seleccionando el primero, se conduce un vehículo que resulta muy equilibrado tanto en su dinamismo como en eficiencia. Por otro lado, el modo Eco Pro está enfocado en obtener el consumo medio más bajo y reduce, entre otras cosas, el gasto de energía eléctrica de elementos como el climatizador. Para conocer el BMW i8 más deportivo solo se ha que pulsar el botón Sport en la palanca de cambios automática. De este modo, el coche activa la suspensión de tarado más deportivo y la entrega de potencia de los motores se realiza de forma más rápida. Para disfrutar de toda su potencia, las baterías deben estar llenas. En cuanto éstas se debilitan, el caballaje empieza a disminuir. BMW no puede hacer magia, y aun empleando componentes de fibra de carbono para aligerar el conjunto, el BMW i8 es un coche de 1,6 toneladas. Cuando se hace ‘kick down’ en modo Sport, se activa el motor de combustión y saca su alma de deportivo de manera excesivamente ruidosa. Y solo alcanza los 250 km/h con las baterías a plena carga. En cuanto ésta desciende, descienden las prestaciones de manera notable. La suspensión tiene una respuesta algo nerviosa, las ruedas de 20 pulgadas un tacto demasiado seco. La dirección, eso sí, es excepcionalmente precisa y directa, pero con todo, este no es un coche para un ‘handling’ virtuoso: el peso encuentra poco apoyo en sus delgadas ruedas delanteras y empujan el coche hacia fuera.