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El móvil, en el cole no.

El uso del móvil en el ámbito escolar convertido en una cuestión de ley y salud pública.

El ya recurrente tema del uso que hacen los jóvenes del teléfono móvil está, otra vez, sobre la mesa ahora que Francia, “nuestro país vecino” se plantea su regulación por ley.

En efecto, estos días, el Gobierno Francés de Emmanuel Macron, ha dado a conocer su intención de “prohibir las pantallas negras” en los centros de enseñanza pública para el curso 2018/2019. La medida fue ratificada por su ministro de Educación, Jean-Michel Blanquer, en declaraciones hechas en RTL Radio dejando entrever que la restricción se extendería incluso a los recreos....

Dado la proximidad del asunto, hemos querido trasladar al seno de nuestra comunidad educativa, La Florida Secundaria, tales propósitos y ver qué reflexión particular suscitaba en ella esta “solución a la francesa”. Al hilo de las “encendidas respuestas” que nuestros alumnos adolescentes nos proporcionaron, podemos asegurar que, cuanto menos, se sintieron directamente involucrados y afectados por este nuevo enfoque legislativo del asunto. Ellos y ellas asumen, hoy por hoy, el uso del móvil como un ¨acto de libertad¨ propio y de sus padres que conscientemente, se los han proporcionado. El hecho de que en nuestro país, llevar el móvil al colegio, pase a ser también una cuestión de ley impuesta por el poder público de turno en nombre de “lo mejor para todos”, alerta claramente la consciencia de nuestros estudiantes en un centro concertado. Tampoco acaban de entender cómo en un mundo donde las nuevas tecnologías (ordenadores, pizarras digitales, ipads...), están ya tan presentes en el ámbito académico, podría restringirse el uso del móvil en el instituto, les resulta, cuanto menos “chocante”. Sobre todo porque, los dispositivos más modernos, incluyen ya auténticas herramientas de trabajo muy útiles en sus tareas cotidianas en clase, como por ejemplo el traductor, la nube, los diccionarios, etc.

Por otro lado, el caudal de ocio que les aporta el teléfono no justificaría, según ellos/as, su desaparición del ámbito escolar, más bien supondría un retroceso innecesario que los “desconectaría” de la realidad.

Todo ¨uso¨ supone un aprendizaje previo de los más jóvenes dirigido por los más experimentados,como el uso de los cubiertos o de los enchufes, y, ¿cómo iban a quedar excluidos de ese proceso padres y menores en nombre del bien común sin, ni siquiera, tener en cuenta su opinión? Parece que, en nuestro entorno, las autoridades “iban a tenerlo claro” como se les ocurriese imitar la directiva francesa.

Coto al móvil en la era de la digitalización