te da seguridad y a la vez desprotección, ya que algunos, por muy diminutos que sean, te
vencen.
Mi intención era pescar mi propia cena, pero luego he sentido lástima por los peces y los
he devuelto al agua. He visto como aleteaban con fuerza para alejarse lo más rápido
posible de la orilla. Alejarse de mí. Un animal desmesuradamente grande para ellos.
Que cosas ¿no? De pequeños somos tan frágiles que rompemos a llorar cada vez que el
miedo llama a nuestra puerta. Y eso sucede cada día. En cambio, cuando crecemos, somos
capaces de plantarles cara a todas aquellas cosas cuya aparición desencadenaba nuestro
sufrimiento. Y en cierto modo, es algo maravilloso, porque cuando creces aprendes a
luchar contra las pesadillas que años atrás te aterrorizaban.
Al atardecer me he sentado en el porche con el ordenador portátil encima de mis piernas
y, de nuevo, he continuado escribiendo.
Observando la puesta de sol, he ido tecleando cada letra de cada palabra, con nuevas ideas
en mi cabeza, a cada milésima de segundo.
El cielo, esta vez, del azul celeste ha cambiado al rojizo. Y más tarde, del rojizo ha cambiado
al azul oscuro.
Las frases se me han ido amontonando en mi mente, como si cada una de ellas quisiera
salir la primera para formar parte de un párrafo.
Y en el momento que el sol se ha puesto completamente por el horizonte, he acabado de
escribir mi novela.
Paula Reyes
DIARIO PERSONAL
Día 13 de febrero
Querido diario personal,
día 13, fuera la rutina que hoy no es un día normal,
salgo a la calle y todos sonríen porque es Carnaval,
en el concurso del instituto no hemos ganado,