Si no salíamos de allí, podríamos morir aplastados por las rocas. Todo el recorrido
que hicimos Rosa y yo, lo recorrimos en dos minutos corriendo todos como balas.
Llegamos donde Rosa y yo estábamos desde el principio, en los árboles.
Cuando nuestros amigos, Laia y Juan nos vieron, se dirigieron hacia nosotras.
- Pero ¿dónde habéis estado?, os hemos estado buscando. ¿Sabéis qué hora es?
- ¡Son las 9 de la mañana! Hemos estado toda la noche buscándoos.
- ¿Sabéis la historia que nos habéis contado? ¡Pues todo eso era verdad esos
chicos siguen vivos!
- No digas chorradas que eso nos lo habíamos inventado, ¿enserio os lo habíais
creído? -dijeron Juan y Laia-.
- Pero, pero ¡si los hemos visto!
Además están detrás de nosotras, ¡hemos encontrado un cofre!
Rosa y yo nos miramos sorprendidas.
- Y todo lo que ha pasado allí abajo ¿no era verdad?
Para asegurarnos nos fuimos a los mismos árboles de antes y comprobamos si
estaba la puerta aún.
Nos quedamos sorprendidas porque no nos podíamos creer que todo aquello que
habíamos vivido durante esas horas fuese mentira.
- Y el cofre ¿quién lo tiene?
Lo tenían ellos… -dije yo-.