Racó literari La casa abandonada
LA CASA ABANDONADA
Hace mucho tiempo, una pandilla de cinco chicos que vivían en Badalona querían pasar un“ Halloween” distinto. Sus padres habían marchado, por trabajo, una semana, pues ya eran muy mayores. Los cinco chicos se llamaban Pablo, el más mayor, Juan, tenía 13 años, Marco, el más listo con 13 años, Olred, el más atrevido y Nostor, el más pequeño pero el más valiente.
Los cinco chicos lo tenían todo a su favor: era Halloween. Sus padres no estaban en casa y habían conseguido quedar un día para ir a una casa abandonada que había cerca de allí. Querían comprobar si la leyenda del asesino era cierta. Llegado ese día, los cinco se disfrazaron con sus más terroríficos disfraces. Uno iba de vampiro, otro de momia, también había un fantasma y un esqueleto. Todos con un disfraz distinto. Estaban todos en el parque esperando a Olred, que siempre llegaba tarde. Lo vieron desde lejos, él iba de payaso asesino. Rápidamente cogieron sus bicis y marcharon en dirección a la casa abandonada. Hablaban de temas distintos: del partido de fútbol de ayer, de la nueva consola y sus videojuegos. Otros eran críticos y hablaban mal de sus padres y también había que hablaban del gusto que es estar solo en casa. Llegaron al fin a la casa abandonada un poco asustados porque la vieja Dube les había contado la leyenda del asesino escondido en esa casa. Ellos no se creían esa leyenda que les contaba cada Halloween la vieja Dube. Entraron todos a la casa a mogollón pero Pablo, el más mayor, iba delante. De repente alguien les tocó la espalda. Dieron un grito que lo oyeron los de China. Asustados, se giraron lentamente y miraron aquellos rostros que les resultaban familiares. Eran las tres chicas que iban a la misma clase. Las chicas empezaron a reír pero aún con los oídos tapados del grito espeluznante que habían hecho. Las tres chicas eran Melanie, Sara y Cristina. Dejaron de reír y les contaron que estaban allí porque querían pasar un halloween distinto. Des de que eran pequeñas siempre lo pasaban en casa con sus padres pero este año les habían dejado salir por la noche disfrazadas. Los chicos, avergonzados, les dijeron que ellos estaban allí porque