Racó literari
CALLEJÓN SIN SALIDA
-Bien, hemos terminado. Manténgase en línea por si tenemos que
contactar contigo-le ordeno.
Al salir de la sala de interrogatorios, un millón de preguntas me apalean
la mente. ¿Por qué Alicia iba sola? ¿Hacia dónde se dirigía con tanta
prisa? ¿Estaría metida en la mafia rusa?
Miro el reloj. Las nueve y media de la noche. Hora de marcharse a casa.
-Buenas noches, compañera-digo, despidiéndome de Sara, levantando la
mano.
-Te veo en tu casa en media hora-me dice ella, sonriendo.
Parece ser que la presión del trabajo y mis estúpidos comentarios sin
sentido (eso opina Sara de ellos) se le han borrado de la mente. Ha vuelto
a surgir esa dulce flor de entre las entrañas de las hojas secas y podridas.
Unas velas, música romántica, pétalos de rosa y comida china que he
tenido que pedir a domicilio si quiero impresionar a Sara. Ahora ya no es
mi compañera. Es tan solo Sara, la mujer que tengo sentada delante de
mí en una mesa para dos.
-¿Dónde has encargado los fideos? ¡Están de muerte! -dice, abriendo los
ojos como platos.