Racó literari
CALLEJÓN SIN SALIDA
CALLEJÓN SIN SALIDA
Entro en el bar de siempre y me siento en la misma mesa de siempre. Un
camarero joven con un acné pronunciado viene a tomarme nota, y yo me
pido lo de siempre, un cappuccino y un cruasán. El ambiente de la
taberna está muy cargado debido al humo de los cigarros que varios
hombres con pinta de parranderos se están fumando, pero, aun así, esta
mañana se respira un aire atildado.
Entre las charlas y las risas de la gente destaca una mujer sin compañía,
ubicada en una parte de la taberna donde la luz del día apenas toca. Me
fijo en ella. Va vestida informal, demasiado, incluso, siendo un lunes a las
ocho de la mañana. Está nerviosa. Le tiembla el pulso y se le ha
derramado el azúcar un par de veces. Ella y yo tenemos algo en común:
estamos esperando a alguien. Lo sé porque no deja de mirar la puerta de
entrada una y otra vez. No he podido evitar imaginarme que aguarda a su
novio, al que, en cuanto llegue, tiene que decirle que su relación se ha
acabado. A lo mejor es porque ha conocido a otro hombre o,
simplemente, porque se ha aburrido.
-¿Imaginando historias otra vez, David?-me sobresalta una voz de mujer.