Racó literari
HISTORIA DE UNA ASESINA
molestarles. Así que, ¿qué podría estar tramando? ¿Sería mudarse
muy, muy lejos? No. Si se mudaran, igualmente dejarían a sus amigos.
También pensaron quién pudo haber intentado matar a Anaïs. Debió de
ser alguien que sabía que iba a estar en el patio, y sus horarios. Y la
familia de Luis era imposible que conociera esa información.
“¿No fuiste tú, verdad, Julia?” preguntó Helena, a quien se le había
pasado esta idea descabellada por la cabeza.
“No, no fui yo.”
“Yo tampoco.”
Las dos se miraron.
“¿Crees que deberíamos…?” Empezó a decir Julia.
“No. Si la matásemos, destrozaríamos a nuestros padres. Fíjate hasta
dónde son capaces de llegar con tal de protegerla.”
“Tienes razón. Podría hacérselo a Anaïs, pero no a nuestros padres.
Olvida lo que acabo de decir.” Admitió la hermana mediana.
Helena lo intentó, pero no pudo. Como sabrán aquellos que han pasado
por una experiencia personal similar, es difícil olvidarlo cuando una de
tus hermanas sugiere el asesinato de la otra.
Olivia y Ángel tardaron seis meses en convertir su casa en un entorno
completamente seguro. Se deshicieron de la antigua valla de madera del
jardín y la substituyeron por una enorme verja con una sólida cerradura.
Hicieron construir un muro que delimitaba el territorio de la familia.
Añadieron cerrojos a la puerta de entrada de la casa, solamente por si
acaso.