Racó literari
HISTORIA DE UNA ASESINA
tercera, a la que llamaron Anaïs, fue educada con una mezcla de
ambos, mitad y mitad.
Las niñas fueron creciendo, y cada una se sentía muy bien con la
conducta que le habían impartido. Julia podía pensar que la
descuidaban, podía sentirse inferior porque dejaban que viese la
televisión todo el día si le apetecía. Pero ella sabía que sus padres la
adoraban, y era feliz porque sentía que tenía más libertad que otros
niños de su edad.
Helena también era feliz. Desde que era una cría había seguido una
rutina estimulante e interesante. No conocía la libertad, así que no sabía
qué debía aspirar de ella.
Ambas se entendían muy bien. Únicamente se llevaban un año, y cada
una estaba satisfecha con la suerte que le había reservado la vida, y
jamás preguntaron por qué no hacían las cosas por igual.
La crianza de Anaïs podría denominarse la definición misma de
compromiso. Sus padres se aseguraban de que hiciese los deberes.
Tenía permitido hacer lo que quisiera, siempre y cuando fuese algo
razonable. Podía comer golosinas una vez por semana, al igual que
patatas fritas y chocolate. Ella estaba justo en el medio: tenía libertad,
aunque no tanta como su hermana Julia, y tenía recato, aunque no tanto
como su hermana Helena.
Pues bien, Anaïs es la protagonista de esta historia, la asesina.
Cuando tenía trece años, vino nuevo al colegio un chico (se llamaba
Luis Moreno) y, lamentablemente, empezó a llevarse mal con ella. Solo