Skapa't Juny | Page 38

Després de molt enraonar, he arribat a la conclusió que el millor és retornar els centenars de llibres que encara no han estat cremats a la botiga i cedir el local a l’antic propietari, que, se’ns dubte, el sabrà cuidar i respectar millor que jo. El que m’ha passat avui m’ha fet pensar en la mena de persona que sóc. No vull seguir sent un capitalista avariciós i sense escrúpols en aquests nous anys vint. Albert Martínez segon De batxillerat Narrativa en castellà (primer premi) El Códice Desde que la Confederación de Estados Unidos de la Tierra promulgó la abolición de la educación, todo era mucho más sencillo. Los niños, por ejemplo, cuando apenas contaban con unas pocas respiraciones de vida, eran acoplados a su cuerpo biónico. Este respiraría, vería y hasta pensaría por ellos durante el resto de sus longevas existencias. Su parte artificial los dotaba de amplios conocimientos en cualquier campo que el ser humano hubiera estudiado. Nacían ya enseñados, por lo que la educación se consideraba superflua. Los niños interactuaban con el que sería su nuevo cuerpo mediante una compleja red de conexiones neuronales, así que aprendían a usarlo intuitivamente. Su cuerpo natural, el que habían heredado de sus padres, desaparecía entre un amasijo de metal y tuercas, y acababa por atrofiarse. Además, no era necesario siquiera que los niños se especializaran en un oficio concreto, puesto que la inteligencia artificial conferida a los robots les permitía a estos últimos llevar a cabo cualquier tarea que el ser humano llegara a imaginar. De este modo, los chicos crecían regodeándose en su condición, dedicando su vida al ocio y al propio divertimento como objetivo primordial. Los libros físicos, aquellos que estaban impresos en papel -“meras leyendas”, pensaban algunos-, habían desaparecido siglos antes. Las personas podían visualizar cualquier obra almacenada en la memoria de su cuerpo biónico, así que no era necesaria ninguna edición física. No obstante, en la Biblioteca de la Confederación se guardaba celosamente el último libro de papel que