tres de la mañana, sudoroso y sediento; se levantó y fue hasta la cocina, pero antes de
llegar a ella, se encontró la puerta principal abierta...
Álvaro Carreño
quart D’ESo
Narrativa en castellà (segon premi)
No somos nadie
En aquella sala el tiempo pasaba lento. Se me eternizaba cada minuto, lo arrastraba cual
larga y sufrida condena. Entre tanto, recordaba cada risa, cada abrazo, cada beso, como
si fuera la última vez que lo pudiera hacer.
De vez en cuando echaba una fugaz mirada al reloj, a pesar de que mis párpados se
cerraran debido al esfuerzo que me suponía hacerlo. Me sentía tan desfallecida... Mi
cuerpo era un lastre, algo pesado, inmóvil postrado en una cama. Mi mente, por contra,
era una ágil ave volando más allá, imaginando recuerdos y experiencias pasadas.
Un repaso por todos los momentos de mi vida, sobre todo por los más importantes; por
cosas inverosímiles, pero que me hubiese encantado vivir. Con un desorden absoluto
iban paseando por mi mente en larga cadena. Los paseos por el parque de cuando era
una niña, los primeros cumpleaños, todas aquellas tonterías de mi juventud mezcladas
con dudas, y los momentos más intensos, y la soledad de mi tardía madurez.
Desde aquel lugar, hasta la cosa más básica y sencilla del mundo era motivo de alegría
infinita; quizás era todo fruto del gris de las cuatro paredes que me encerraban. La tenue
luz me sugería un desenlace cercano y la soledad de este. Me recordaba cuántas
personas perdí y me ayudaba a hacer balance de todos los daños que causé. Aun así,
sabía que al final solo se me tendrían en cuenta todas mis buenas acciones en la tierra.
Cerré con fuerza los ojos y noté cómo una lágrima resbalaba inocente por mi mejilla