color, negro en su totalidad, más negro que el más profundo de los pozos, y más negro
que la noche más turbia sin ninguna luna ni estrella; y sus ojos, sus enormes y blancos
ojos, unos ojos que brillaban y parecían linternas, sin rastro de pupila, ni expresión, ni
vida.
La criatura estiró su largo brazo, y con su enjuto dedo acabado en punta acarició la
máquina, hasta llegar a la tapa y cerrarla, haciendo que la caja de música cesase su
melancólico canto y hacer que la lluvia y los truenos ocupasen su lugar, acto seguido,
con parsimonia y tranquilidad, él puso en el bolsillo de la niña aquel dorado artefacto. A
pesar de sus terribles heridas, ella continuaba luchando contra la muerte y respiraba.
Con delicadeza, uno de sus tentáculos envolvió a la chica y la elevó, comenzó a caminar
lentamente y con cuidado, hasta llegar a la carretera, donde se encontraba un coche
destruido con dos cuerpos ensangrentados y muertos. El tentáculo dejó a la chica al lado
del coche, con la misma delicadeza con la que la envolvió. La criatura se quedó a su
lado, de pie y encorvado como siempre, a la espera de cualquier ayuda que tarde o
temprano llegaría. El tiempo pasaba, la lluvia cesaba, las nubes escapaban, y la enorme
luna ahora liberada de las lúgubres nubes, se vio desplazada en la cúpula celestial
gracias al paso del tiempo. Cerca del amanecer, cuando el cielo dejó de ser oscuro y se
comenzaba a convertir en rojo por el este, otras luces rojas se veían en el horizonte, unas
luces intermitentes que se acercaban acompañadas del estridente sonido de una sirena,
el blanco vehículo con unas cruces rojas marcadas se paró frente a ellos, la acción
pasaba y la criatura lo observaba todo allí presente, pero invisible, vio cómo las
personas que acababan de llegar, se alarmaron y aumentaron la velocidad de sus actos
cuando uno de ellos anunció que la chica estaba perdiendo mucha sangre, pero él ya
sabía que hacía tiempo que la niña falleció y que aquellas personas harían un trabajo en
vano. De pronto, la caja de música cayó del bolsillo de la niña, haciendo que se abra y
se volviese a activar, llenando el lugar de aquella triste melodía, pero esta vez era un
solo, no estaba acompañada de la sinfonía de la lluvia.
Arnau Alarcón
quart D’ESo
Narrativa en català (primer premi)
Pols cremada
Era una tarda trista i malenconiosa. Estava asseguda al sofà. Aquell antic sofà de vellut
verd fregava la meva pell. Desprès de tants anys en aquella casa, els records eren
inoblidables. Els meus néts corrents, el meu marit acariciant-me la meva vella pell... tot
el que m'envoltava tenia una petita història. Els meus llavis color carmí, el meu llarg i
ros cabell, la finesa de les meves mans, la pell llisa... ara d'allò només queden uns llavis
apagats, un cabell curt i blanc, i unes mans que semblava paper arrugat. És trist, tan com