Skapa't Desembre | Page 18

Se ofrece puesto de esclavo

Assaig

Mi prima se quedó sin trabajo la semana pasada. En los tiempos que corren viene a ser más complicado encontrar uno nuevo que desempeñar el que se pueda encontrar. En mi afán por ayudarla, nos sumergimos en la red en busca de algo digno. Y digo digno porque, para mi sorpresa, lo que hoy se ofrecen son puestos de trabajo de esclavo.

Lo que años atrás habríamos llamado sueldos mediocres, salarios mileuristas, son hoy ya un privilegio para aquellos que se reincorporan al mundo laboral. De entre la cantidad de anuncios que encontramos, la mayoría de ellos con miles y miles de solicitudes -todas y cada una de ellas rechazadas por una computadora automatizada-, los requisitos que se exponían para la obtención del empleo eran tan sorprendentes que casi rozaban la ironía. Todos los días del año son laborales, horario de 8 a 8, descanso (si es posible) de 20 minutos, sin pagas, no inscripción a la Seguridad Social, día de cobro indeterminado, etc.

La pregunta que me hago, pues, no es cómo se puede tener la desvergüenza de pedir estos requisitos, sino cómo se ha llegado a este estado de adocenamiento de las personas. La respuesta es clara y no es otra que el gobierno se ha dejado manipular por los grandes empresarios. Un gobierno de bacterias embriagado por el infecto olor de las heces de esos capitalistas especuladores de color rosa y cola retorcida, como retorcidas sus mentes, que traman artimañas fiscales para evadir sus riquezas y regocijarse sobre sus propios excrementos. Estiércol que conforma la sociedad, que permite la fructificación del estado, pero a la que no se riega ni humedece.

Se nos trata como bazofia ignorante, como si fuéramos incapaces de comprender sus artificiosas elucubraciones, que empolvan los peores y más directos ataques a los derechos de los trabajadores, haciéndolos parecer buenos ajustes de flexibilidad laboral para crear un mercado competitivo. Pero lo que de verdad creo y espero que crean es que esto solo nos conduce a la servidumbre y al exilio.

Juzguen ustedes, pero no podemos seguir así. No podemos resignarnos a la precariedad como si del único ente se tratara. Gente como mi prima no estudia dos carreras, aprende tres idiomas, aprueba un máster y dedican sus primeros veintiocho años de vida a estudiar, para acabar clasificando papeles en un cuchitril y cobrando unos míseros seiscientos euros por diez horas diarias. Aunque un poco ignorantes seremos si seguimos manteniendo esta pasividad e indiferencia hacia esta ofensiva unilateral.

Albert Martínez Díaz

2º de Bachillerato A