Skapa't Desembre | Page 19

Un fallo imprevisto

Assaig

En una empresa siempre existe la posibilidad de que cualquier imprevisto haga que toda la situación dé un vuelco en un abrir y cerrar de ojos. No es difícil que un fallo informático o una mala técnica de empleado echen a perder todo el trabajo realizado durante semanas o incluso meses. Y no, no hace falta ser especialista en tener mala suerte, a todo el mundo le sucede una u otra vez. Sin ir más lejos, esta mañana yo he protagonizado una escena como esta.

Mi empresa se dedica a contabilizar los peajes en las autopistas, tanto el tránsito como el dinero que recauda. Sin querer, un simple clic en el lugar erróneo dejó paralizado todo el programa informático y con él, las carreteras. Mi puesto de trabajo se tambaleó unos instantes aunque, por suerte, al reiniciar el programa el ordenador central pudo recuperar a partir de su memoria más interna parte de lo que había estado registrando los días anteriores. Pero lo que hizo realmente especial este día fue la idea que pasó por mi mente nada más llegar a casa. Abrí la puerta, colgué el abrigo y entonces me percaté de que justo aquella escena ya la había vivido. Me detuve unos instantes e intenté rememorar qué había hecho a continuación, pero el recuerdo se esfumó nada más pensarlo. No era la primera vez que tenía esta sensación, pero sí fue la primera que lo pensé con detenimiento. En mi cabeza empezaron a unirse distintos argumentos, como piezas de un rompecabezas que se va resolviendo poco a poco.

¿No era extraño que pudiese recordar una escena nada más vivirla? El fenómeno del “déjà vu” ha sido muy estudiado, pero nadie ha llegado a una conclusión que se haya aceptado como correcta. Algunos principios, nombrados por estudiosos del subconsciente como Émile Boirac (que acuñó el término “déja vu”) o Alan Brown, creían que era debido a una acumulación de información que provoca que el cerebro guarde la imagen de la escena antes de que el ojo sea capaz de asumirla, de manera que parece que vuelvas a vivirla. A pesar de eso, en aquel momento me pareció ver la realidad: nuestro cerebro era un complejo programa informático capaz de almacenar grandes cantidades de información, como los equipos de mi empresa. Al vivir una escena, estamos creando nuestro propio programa, que se va guardando en el disco duro de nuestro cerebro; pero un fallo en este puede hacer que se reinicie el sistema, de modo que olvidaríamos lo vivido. No obstante, alguna vez este programa es capaz de reiniciarse a partir de las secuelas de este recuerdo y tenemos la sensación de haberlo vivido con anterioridad. Esto nos lleva a plantearnos una última cuestión: ¿Estamos siendo controlados?

De este modo, nuestro cerebro se reduce a un programa informático que alguien controla exteriormente y que puede modificar a su parecer, eliminando escenas del disco duro o reiniciando nuestro programa, con algunos fallos del subconsciente que nos llevan a vivir los “déjà vu”.

Anna Oncins Suñol

2º de Bachillerato A