Skapa't Desembre 2017 | Page 85

Relatos al estilo del Romanticismo lugareños atribuía a orígenes fantasiosos y sombras se deslizaban por la oscuridad, entre los árboles, acercándose a los hogares. Teresa se sintió en una silla de madera, en la sala principal del hogar, y sintió una serenidad poco normal, como si después del asesinato todo tuviera un sentido. Se sintió completamente feliz. Delante de ella había un espejo, donde vio algo que la llenó de pánico: al lado de su rostro de mujer gris y cansada, había el reflejo de su marido. Aunque no era posible, ahí estaba el rostro de su difunto marido, mirándola con odio e ira. Al cabo y al fin, ella era su asesina. La mujer se quedó mirando hipnotizada por el espejo durante horas, sin importarle el tiempo, y el reflejo siempre estaba ahí mirándola. Esas horas fueron una tortura que no tenía nombre: los remordimientos de consciencia, las alucinaciones, la culpabilidad, el reflejo en sí, eran como un veneno que la iba matando lentamente, sin misericordia de ningún tipo. Rompió el espejo en mil pedazos y se dio cuenta de que era el espíritu de su marido vagando por la tierra y que no descansaría hasta que se viera vengado. No era justo, pero ella no podía hacer nada para evitarlo. Perdida ya su cordura, salió afuera, en medio de la tempestad, con una mirada de locura y terror puro en sus ojos, y corrió sin descanso, imaginando que hordas de monstruos liderados por su marido la perseguían para llevarla al infierno. A la mañana siguiente encontraron su cadáver pálido y rígido flotando en las aguas de un estanque del bosque, con los cabellos y la ropa formando una aureola oscura y sus ojos siempre abiertos en una expresión de miedo. La asesina había conseguido su venganza, pero a un precio muy alto. Joan Grau Verdú 4º D ***