Dioses del Olimpo
ANIMALES
Hacía poco que Poseidón, el Dios del mar, se había fijado en Artemisa la hija de su
hermano Zeus y Diosa protectora de los animales. Ella solo tenía 19 años, pasaba todo
el día jugando con la fauna, incluso, tenía un rebaño de vacas, veinte gallinas y treinta y
dos ovejas, en el establo de su casa. Les daba de comer una por una y salían a correr y a
pacer por el amplio campo. A veces jugaba con los peces, del mar de su tío, con los
tiburones y con las tortugas. Ella era muy bella y se la veía feliz con todos los animales.
Un buen día fue a bañarse al mar, pero un tiburón
que competía con otro para ver quien se comía
aquel pez, grande, gris y brillante, le dio un fuerte
golpe a Artemisa con la cola. Ella salió disparada
fuera del agua con la pierna sangrando. Poseidón
que era muy observador y lo vio todo, lanzó un
maleficio sobre su mar y empezó a formarse un
gran remolino, que duró y duró... hasta que ella
intentó incorporarse de la caída y vio lo que el mar
(o su tío) hacía a aquellos animales.
Artemisa se puso a llorar y él se dio cuenta de lo que había hecho no solo a esas bestias,
sino también a su sobrina que, con la pierna herida, se puso en pie y le miró con los ojos
llenos de ira y pena.
Poseidón se disculpó y se ofreció a ir con su sobrina, cada día, para coger cariño y respeto
hacia los animales. Así fue, él aprendió a respetarlos con ella y nunca más lanzó otro
maleficio perjudicial para la fauna. Eso también mejoró su relación familiar.
Berta Centelles Baró