Relatos al estilo del Romanticismo
El atormentado corazón de hielo
Desde pequeño siempre había soñado con la vida perfecta junto a la mujer perfecta,
todo sería idílico y vivirían felices de por vida. Pero la realidad distaba mucho de eso.
María era una mujer de pelo oscuro y ojos marrones, una de las mujeres más bellas de
la aldea. Su voz era dulce y melódica, capaz de engatusar a cualquier hombre que ella
precisara tener. No era muy alta, pero eso la hacía más atractiva a ojos del príncipe
Ángel, que sería capaz de remover cielo y tierra con tal de obtener una muestra de
afecto procedente de aquella mujer.
El apuesto príncipe tenía veinticinco años, su pelo era rubio ceniza y sus ojos de un
increíble verde semejante a una esmeralda. Era un hombre fuerte, alto y robusto, no
había mujer de la aldea que no se volviera para mirarlo cada vez que por su lado pasaba
y no había padres que no desearan que su hija fuese la elegida para contraer matrimonio
con él. Nadie comprendía cómo un hombre de su talante pasaba tanto tiempo en el
solitario monte de Soria, solía regentarlo por las frías noches. Marchaba después de
cenar y no regresaba hasta el alba. Nadie sabía qué hacía allí, pero para él era necesario
desconectar de sus labores de futuro rey y centrarse en su vida personal. Montaba su
precioso caballo hasta la cima y allí se pasaba las horas escribiendo cartas de amor a su
amada María.
El príncipe había manifestado en diversas ocasiones que él no quería casarse con una
princesa, él quería a una mujer inteligente, fuerte y morena, esa era María.