Lo mismo pasaría dentro de ti con residuos de comida mal digeridos. Estos
estarían creando condiciones apropiadas para infecciones y todo tipo de
males.
¿Cómo estarían de decepcionados tus órganos internos con este ambiente?
Para comenzar de ahí nace el sobrepeso que está ligado con la acumulación
de toxinas.
Y si no lo sabias: La sangre envenenada es igual a células, tejidos, órganos y
los sistemas del cuerpo enfermos. Cuerpo repleto de sangre intoxicada.
Inflamaciones. Dolores. ¡Como resultado las verrugas y lunares de tu piel!
¿Qué debes hacer?
La respuesta es fácil, se debe hacer un cambio en la alimentación y hábitos
que ayuden a mejorar la digestión, eliminar los desechos estancados y
tóxicos, y contar con los nutrientes necesarios para estar bien nutridos y
curarte.
¿Cuál es esa alimentación?
Principalmente alejarte de lo que acostumbrabas consumir como:
1. Comida rápida, enlatada o empaquetada.
2. Carnes, Leche y lácteos.
3. Alimentos refinados o procesados industrialmente como: harinas, arroz
blanco, sal refinada y azúcar refinada; panes, galletas, pasteles,
mermeladas, dulces, chocolates, refrescos de cola y demás bebidas
azucaradas.
4. Comida rápida, enlatada o empaquetada.
5. Alimentos irritantes como café, alcohol, condimentos, vinagres,
encurtidos, picantes y salsas.
6. Todo producto con aditivos como conservadores, colorantes,
saborizantes, y adictivos, que pueden dar sabor a las sustancias más
repugnantes y venenosas.
Algo que te ayudara a reducir hasta evitar el consumo total de estos
productos es que sepas y seas consiente del daño que ocasiona cada uno de
ellos en tu organismo. Todo comienza por la mente.
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