SIN PELOS EN LA LENGUA - ALBERTO AGUIRRE Y FERNANDO GONZÁLEZ | Page 60

Ironía, tal vez, para salirle al paso a ese otro cáustico. Algunas personas creen que esa respuesta fue burlona; nada seria. El mismo autor de Obra negra, en su descripción, apuntó: Aguirre “es ironista”. Orlando Mora, crítico de cine, otro de sus amigos, me contó que lo conoció en los años cincuenta en el Cine Club de Medellín, pero sabía de él desde tiempo atrás. “Recuerdo que yo era un muchacho de colegio cuando escuché que Alberto había dicho que León de Greiff era un culebrero de la poesía o algo así. ¡El escándalo! Le preguntaron por qué, entonces, había publicado sus obras y él respondió: es que yo también soy editor”. Entonces, ya tenemos dos características de Alberto Aguirre: es silencioso e irónico. Apasionado “Su pasión arde por dentro como los volcanes”, dijo de él Gonzalo Arango. Nacido en Girardota el 19 de diciembre de 1926, Alberto Aguirre Ceballos se apasionó por el cine desde que era un mocoso de menos de diez años. Su familia se trasladó a Medellín muy pronto y él frecuentaba el Teatro Junín. Iba los sábados, en compañía de un primo suyo, a ver películas de vaqueros. Fue ese, sin duda, el origen de su gusto por el cine, el mismo que lo llevaría, ya grande, en los años cincuenta, al Cine Club de Medellín, fundado por Camilo Correa 58