No seré versada en teología pero me pareció una
extraña lectura del amor de Dios, porque una cosa es
pedir ingerencia divina para llegar con bien tras despegar un avión, y otra distinta agradecerla por colearse. La
doña seguía jactándose a voz en cuello el ser la favorita del Señor, hasta ser interrumpida por un anuncio del
personal de tierra de Laser: “señores pasajeros: el vuelo
de la 1.30 a Margarita saldrá a las 3”.
Sin Escala //
N o 1 // Mayo 2014
Habría que armarse de paciencia, podía ser un día
largo: el día anterior una vecina del edificio me comentó
que su vuelo de regreso de Margarita el día anterior,
tuvo una demora de trece horas.
A la doña le sonó el teléfono y comenzó a contarle a su
interlocutor de cómo Diosito la amaba tanto que la había
librado de hacer cola para chequearse. Del retraso
del avión no habló. Por mi parte, evitando otro cuento
místico-religioso, cerré mi libro, dejé a la favorita del
Señor regodeándoselas por teléfono, anhelando que
esta cristiana pudiera conseguir en el Terminal Nacional
un Gin Tonic decente un mediodía de Navidad.
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// CRÓNICA //