SEUDO 4 | Page 8

Cerró su mano derecha desde el extremo ancho del taco. Apuntó hacia el paño rojo rodeando la punta con el pulgar e índice, mientras el mayor moría debajo del taco.

La bola blanca esperaba distante en el centro-eje de aquella cruz invertida.

Inclinó su cuerpo hacia adelante, cerró el ojo izquierdo y fantaseó con el triangulo de bolas coloridas que se insinúa de frente. Deslizó por impulso el taco y golpeó la bola blanca atropellando a la 6 lisa; con efecto Dominó, rompió el triangulo. Embocó la 10 raya en el hoyo izquierdo. Luego, intentó con la 15, pero no embocó. Así comenzaba la partida.

Es mi turno, tomé un sorbo de cerveza, observe con detenimiento la 14; hice dos pasos, me incline hacia la derecha y tire hacia el medio. La bola rozó la boca, golpeo la 6 lisa y la 11 raya. Me distraje con la tele y le di paso a él.

Se sonrío seriamente arrimándose a la mesa, tocando la cabecera miró todas las bocas. Se fijó en la 9 que estaba cercana a la diagonal sobre su izquierda. Pensó un segundo, dos y tiró. Embocó la 9 suavemente en su respectivo hoyo. Me puse un poco ansioso y me paré para contraatacar.

Él rodeó la mesa una vuelta y media para encarar la 14 que luego daría paso a la 13. Y no me equivoque; las metió en menos de 5 seg y por gracia de dios, la blanca-revelada se desvío en la vuelta, cayendo en la boca derecha.

Lo ojeo muequeando, enciendo un cigarrillo y lo acuesto a un costado de la boca. Me concentré demasiado en las bolas 7 y 2 que estaban en fila, listas para caer, miré directamente la boca central y golpeé lento y preciso; emboqué la 7. La 2 estaba encaminada. Algún perfecto chasquido en el oído hace que me detenga. Doy media vuelta y veo la 5 naranja codeándose con su 15, estaba fácil para una banda de 45º y así poder asaltar el otro hoyo. Me jugué y me fue bien; entró la 5 como gambeteando la 15. Ahora sí, más canchero, pude embocar la 2 y fui por la 6 que entró junto a la blanca