A
sí, el relato televisivo actual –si se nos permite la metáfora– se asemeja a una ronda ciclista: hay etapas (temporadas) que, a su vez, tienen varias metas volantes y puertos de
montaña (capítulos) en los que esprintar y obtener premio al esfuerzo puntual sin perder de
vista el triunfo final, tras discurrir varias etapas.
Con un aliento cercano a The Wire encontramos apuestas actuales que privilegian la historia
de fondo y ostentan la temporada como principal unidad narrativa: Mad Men, Breaking Bad,
Game of Thrones, Treme, Boardwalk Empire, Homeland, The Walking Dead, Sons of Anarchy,
Friday Night Lights, The Houros, Downton Abbey.
En todas ellas es posible detectar alguna trama auto conclusiva, pero su aspiración es novelística y su meta explícita desde el piloto es la del corredor de fondo. Por el contrario, hay
un puñado de series de primer nivel que, sin dejar de contar con fuertes conflictos se-riales
–a diferencia de CSI, NCIS y similares, donde son muy secundarios–, ceden peso a su vertiente
auto conclusiva. Como explican Innocenti y Pescatore, “ahora las fórmulas narrativas pasan a
través de un proceso de mutación e hibridación y muchas series [auto conclusivas] se “serializan”, acercando cada vez más su estructura a la del serial”. Este giro, continúan, provoca un
tipo de relato donde “siempre hay una historia central que concluye en el episodio (la llamada
anthology plot), pero también un marco que se prolonga durante más episodios (el conocido
como running plot)”. Así “se añade un elemento de progresión temporal y de parcial apertura
narrativa ausente en la fórmula tradicional” (2011, 34).
Quien llevó esta hibridación al límite fue The Shield (FX, 2002-08): las aventuras de Vic
Mackey fascinan por su cuidada composición narrativa, quizá la muestra más depurada de auto
conclusividad combinada con arcos argumentales dilatados. Los policías del distrito de Farmington se enfrentan a casos que duran un capítulo, a historias que recorren tres o cuatro episodios, a villanos de temporada y a un conflicto que se arrastra y enmaraña durante siete temporadas, desde la marca de Caín del explosivo piloto.
25 Las mejores series de televisión