Semillas
Educativas
4.
El pesebre
El misterio de Navidad se realiza en nosotros cuando Cristo toma
forma en nosotros «Navidad es el misterio de este admirable
intercambio». Catecismo de la Iglesia Católica. 526.
En nuestro ambiente cultural y
religioso no puede haber Navi-
dad sin pesebre. El mismo es evo-
cador de los recuerdos más tier-
nos y ligados a la persona misma,
que nosotros atraemos y llevamos
a todas partes en el corazón. En el
pesebre se conjuga un lenguaje
universal: el amor, Verbo Divino,
que se entregó sin limitaciones y
decidió quedarse en el corazón
de la humanidad.
El pesebre es el centro de dos
mundos y dos realidades, es la
esencia de la salvación que com-
penetró con el entorno del hom-
bre, una vida de gracia y perdón,
rechazando la de pecado.
La Edad Media fue muy rica en
presentaciones y el arte siempre
ha sido, en su origen más profun-
do, una verdadera expresión del
espíritu, la expresión del amor, de
la bondad y el supremo sacrificio,
por la unidad total de la persona:
materia y espíritu, en donde impe-
ra el espíritu, porque es soplo de
reconciliación, dado desde la crea-
ción del mundo mismo/ pero, aún
más, reforzado con la entrega del
Hijo del Hombre, en el seno de un
humilde pesebre.
Es la expresión sincera de la ac-
ción salvadora que se viene repre-
sentando con encanto desde hace
muchos siglos y que queda plas-
mado en el pesebre, pues, allí está
el autor de la vida, el dador de la
vida, quien se rebajó a la condi-
ción de humano, igualándolo en
todo, menos en el pecado, para
convencernos, inclusive, hasta los
más reacios, de que el amor del
Señor es maravilloso y que cómo
la espada, traspasa los corazones,
pero no para hacerles daño, sino
por el contrario, para llenarlos del
más profundo y sincero amor de
un padre hacia su Hijo, bienestar
absoluto de la riqueza espiritual
que imprime la faz de la bondad y
que se hace presencia en el caris-
ma de la misericordia.
Sin embargo, era muy avanzada
la Edad Media cuando irrumpió
el pesebre como representación.
Hasta entonces, la Navidad era
una fiesta religiosa muy importan-
te, pero sin pesebre, que se venía
celebrando desde los comien-
zos del siglo IX, en Roma, apro-
vechando la época decembrina
y convirtiendo de esta manera
una fiesta pagana, dedicada al
sol naciente e invisible, que des-
de entonces se despaganiza y en
Semillas educativas. Orientaciones didácticas para la formación de la Infancia Misionera
desde la escuela.
PhD José Orlando Salazar Duque.
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