Semillas
Educativas
2.
El sentido de la navidad
«El misterio de la encarnación (Anunciación, Navidad y Epifanía)
conmemoran el comienzo de nuestra salvación y nos comunica las primicias
del misterio de la Pascua.» Catecismo de la Iglesia Católica. 1171.
La realidad de Jesús, su naci-
miento, obra y misterio se formu-
la a partir del anuncio, de la expe-
riencia del Dios Padre que quiere
mostrar a los hombres su inmenso
amor y regalarles a su hijo eterno,
para que seamos nuevos, y apren-
damos a conocer la misericordia
divina y sintamos su presencia en
todo momento y lugar y no nos
desorientemos con falsas ilusio-
nes del mundo terrenal.
Con el nacimiento de Jesús cul-
mina la primera parte de la His-
toria de la Salvación, se cierra el
Antiguo Testamento, se sella para
siempre la promesa de amor y
unidad que Dios le había prome-
tido al hombre desde los mismos
albores del mundo.
El nacimiento de Jesús se expre-
sa como un «HOY» de salvación
eterna, de vivencia de la bondad
y la comprensión universal de la
lengua del amor, de la salvación,
con demostración de la pobreza,
miseria y dolor, pero con un alto
sentido de valor y reafirmación
de la importancia de ser perso-
na y pertenecer a dicha obra por
extensión desde la misma forma-
ción del mundo.
La Navidad tiene por tanto un alto
sentido, y nos empuja a ser nuevos
y a brillar en la verdad. «El que no
naciere conmigo, no tendrá vida
con el Padre» nos dice Jesús, por-
que, Él, es la prolongación de ese
Padre bueno, que ha venido ac-
tuando a través de los siglos, con
su manto protector, deslumbrando
al mundo con su bondad y su infi-
nita misericordia. Jesús es el sím-
bolo de la Navidad, es el sentido
del mundo, por eso ya San Pablo
lo afirmaba: «Si Jesús no hubiera
resucitado, vana seria nuestra fe».
Es decir; qué importancia tendría
entonces que existiera el mundo,
sin el Hijo de Dios, retornaríamos a
un pasado sin luz, en donde el pe-
cado y la oscuridad nos invadirían
por completo, ahogándonos en el
mar de averno.
Con la celebración de la Navidad,
recuperamos el carisma de la fra-
gilidad amorosa, pero con un alto
sentido de la valentía, porque Je-
sús no es cobardía, sino sencillez,
donación total y entrega absolu-
ta. Su actitud de obediencia, de
rechazo al pecado y de acepta-
ción a sufrir y dejarse hacer todo
lo que quisieron los judíos no es
indicio de derrota ni mucho me-
nos de debilidad.
Semillas educativas. Orientaciones didácticas para la formación de la Infancia Misionera
desde la escuela.
PhD José Orlando Salazar Duque.
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