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entonces a Kürten con el apelativo que pasaría a la historia: “El Vampiro de Düsseldorf”.

El 13 de febrero, Kürten acuchilló a Rudolf Scheer, un mecánico ebrio: veinte puñaladas en la cabeza y el cuello le ocasionaron la muerte y Kürten también bebió la sangre de su víctima.

El 9 de marzo, Rase Ohliger fue encontrada en una construcción en Düsseldorf: había sido violada, acuchillada en trece ocasiones, habían bebido su sangre y el cadáver presentaba rastros de quemaduras con parafina. Su cabeza presentaba profundos cortes. Comparando los pocos indicios, los detectives asignados al caso encontraron que estas tres últimas víctimas habían sido marcadas por heridas punzocortantes en las sienes.

En abril la policía detuvo a un hombre, trastornado de sus facultades mentales, que estaba de paso por la ciudad. Había agredido a mujeres del lugar, pero las autoridades no encontraron evidencia que lo relacionara con los homicidios y fue enviado a un asilo. Entonces Kürten cambió de táctica e intentó estrangular y violar a cuatro mujeres.

El 29 de agosto, Kürten enloqueció por completo. Por la mañana estranguló y arrojó al río a una adolescente llamada Anni. Casi enseguida hizo lo mismo con Christine Heerstrase. Excitado y sediento de sangre, más tarde estranguló y apuñaló a María Hahn, a quien enterró a las orillas del Rhin. Después asesinó a dos niños de cinco y catorce años, cortándoles la garganta, y finalizó apuñalando a otras tres víctimas, que milagrosamente quedaron vivas.

Al otro día, el 30 de agosto, Kürten regresó al sitio donde enterró a Maria Hahn. Escarbó la tierra hasta sacar el cadáver, ya con los primeros signos de putrefacción. Kürten violó el cadáver putrefacto, cubierto de lodo y sangre seca, mientras besaba y mordisqueaba los labios de la muerta. En un acto extraño, intentó crucificarla contra el tronco de un árbol para que la hallaran pronto, pero no lo consiguió, así que la enterró en otro sitio cercano.

Ese mismo día atacó a otra chica, Gertrude Schulte, quien se dirigía a la feria de Neuss. Kürten la abordó diciéndole obscenidades; le espetó que quería tener sexo con ella y Schulte respondió con una frase fatal: “¡Prefiero morirme!” "Bien. Entonces, muere", contestó Kürten, y la acuchilló repetidament antes de escapar. Pero Gertrude sobrevivió al ataque y dio a la policía una completa descripción de su agresor.

Sin embargo, la policía de Düsseldorf no creía que un solo individuo fuera el autor de aquella carnicería. En septiembre, Kürten trató de estrangular a tres mujeres más. A una la arrojó al río, pero todas sobrevivieron. Otras no tuvieron tanta suerte: Ida Reutler murió cuando Kürten le destrozó el cráneo a martillazos antes de beber su sangre.

Lo mismo hizo con Elizabeth Dorrier, asesinada en Grafenbery el 12 de octubre. El 25 de octubre, golpeó a martillazos a dos mujeres más en ataques separados; las dos sobrevivieron.

El 7 de noviembre, Gertrude Alberman, de cinco años de edad, fue reportada como desaparecida en Düsseldorf. Dos días después hallaron su cadáver, luego de que Peter Kürten enviara a un periódico local la ubicación del sitio exacto donde lo había dejado; fue estrangulada y acuchillada treinta y seis veces. Kürten bebió su sangre y la violó post mortem. Cuando la policía rodeó la zona, entre los curiosos que acudieron a presenciar el hecho estuvo el mismo Kürten, quien declaró sentirse excitado al estar allí. Siguiendo los datos proporcionados por la carta de Kürten al periódico, la policía también desenterró los restos de María Hahn, igualmente violada después de muerta.

En los cinco meses siguientes, el frenesí de Kürten disminuyó. Aunque intentó estrangular, violar y acuchillar a diez chicas, falló en todos los intentos. Enloquecido, le contó todos sus crímenes a su mujer, quien lo denunció a la policía ese mismo día. Kürten fue arrestado otra vez a finales de mayo de 1930. Antes de su detención, la policía había interrogado a nueve mil personas, seguido tres mil pistas, e incluso había consultado a médiums.

Ya con Kürten detenido y confeso, seguían negándose a creer que los crímenes eran sólo obra suya. El juicio de Kürten dio inicio el 13 de abril de 1931 y finalizó ocho días después. Al jurado le llevó tan sólo noventa minutos condenarlo por nueve cargos de asesinato, aunque según Kürten fue responsable de 79 asaltos y por lo menos trece asesinatos.

Peter Kürten durante el juicio

Entre los que asistieron al juicio se encontraba un artista: el cineasta Fritz Lang, quien había escrito el guión de lo que sería su película M, el vampiro de Düsseldorf. Kürten reveló que bebía la sangre de sus víctimas porque padecía hematodipsia, una extraña enfermedad mental. El jurado rechazó el alegato. El psiquiatra Karl Berg lo describió como "el rey de los pervertidos sexuales" y publicó un libro basado en el caso, titulado Der Sadist.

Kürten recibió miles de cartas, la mayoría llenas de insultos, pero otras eran de fervientes admiradores; incluso hubo mujeres que deseaban estar con él. Otros le enviaban ejemplares del libro sobre su caso para que los firmara.

Kürten fue sentenciado a muerte por decapitación. Tras enterarse, le confió al psiquiatra Karl Berg que su más grande ilusión sería “escuchar el torrente de mi propia sangre correr por mi cuello, partido en dos”.