SEGURIDAD PROFESIONAL 54 | Page 18

Tras despedirse de sus hermanas, que por desgracia no tardarían en reunirse con ella, Manuela y su pequeña salieron del pueblo rumbo al norte.

Semanas más tarde, Manuel Blanco, el tendero ambulante, volvió por el pueblo. Ante las preguntas de los familiares de Manuela respondió que ella y su hija habían quedado muy bien colocadas en casa de un cura... Y otras vecinas del pueblo, alentadas por tan envidiable perspectiva de futuro, decidieron seguir los pasos de Manuela, abandonando Robordechao en compañía de Manuel Blanco “el tendero”.

Poco después sería Benita García quien partiría en compañía de Romasanta, en dirección a la casa de un cura de Santander donde encontraría empleo... y más tarde Josefa García, Antonia Rua... algunas de ellas viajarían con sus hijos, de corta edad. Y ninguno de ellos volvería a ser visto con vida jamás.

Pasaron las semanas, los meses y los años, y la inquietud dejó paso al temor y a la sospecha, entre los familiares de los desaparecidos. Y los rumores en torno a que algo terrible podía haber ocurrido a las mujeres y niños que viajaban con “el tendero” empezó a circular en los bosques de Galicia, llegando a oídos del mismísimo Romasanta, que decidió no volver a pisar su tierra natal, para evitar las iras de las familias, y el brazo de la Ley.

Sin embargo el caprichoso destino decidió que se hiciese justicia, y por una sorprendente casualidad, el 2 de julio de 1852 Manuel Blanco Romasanta fue detenido. Ocurrió en la villa de Nombela, partido judicial de Escalona (Toledo).

Por aquel entonces era normal que patrullas de jornaleros gallegos viajaran a Toledo para trabajar en la siega. Y la fortuna quiso que Martín Prado, Marcos Gómez y José Rodríguez, vecinos de Orense, estuviesen en el campo cuando vieron pasar a Manuel Blanco paseando tranquilamente. Reconocido como "el tendero" a quien se tenía en Allariz por un peligroso criminal, acudieron a la Casa Consistorial de Nombela y presentaron la pertinente denuncia ante el Alcalde. Inmediatamente, Manuel Blanco fue detenido, iniciándose ahí el único proceso judicial contra un hombre-lobo efectuado en España.

UN HOMBRE-LOBO EN EL BANQUILLO

Inmediatamente después de su detención, Manuel Blanco "...confesó de plano haber llevado hacía trece años una vida errante y criminal, y haber en efecto asesinado a las expresadas personas, con más a Antonia Rua, vecina de Castro de Loura y sus hijas Peregrina y María en las diferentes épocas y sitios que expresa de seis años a aquella parte, si bien dice obraba impulsado por una fuerza irresistible que le hacia convertirse en Lobo y acometer a las víctimas para devorarlas, cuya transformación atribuye alguna maldición de sus parientes...".

Y tras el de Antonia Rua, “el tendero” confesó hasta doce asesinatos más, cometidos todos ellos, según su inverosímil declaración, bajo la forma de un lobo. Apariencia esta que adoptaba debido a una maldición familiar que le hacía perder la forma humana, siendo poseído por una feroz y cruel fuerza sobrenatural que lo obligaba a matar para alimentarse con la carne de sus víctimas...

Evidentemente su primera declaración parecía el delirio de un demente. Sin embargo Romasanta resistió el examen de seis médicos y psiquiatras que certificaban su cordura legal; además se demostró que había vendido enseres personales pertenecientes a las desaparecidos; y por si esto no fuese bastante, condujo a los letrados hasta los lugares donde afirmaba haber cometido sus crímenes, siendo descubiertos restos humanos en algunos de ellos... A partir de ese instante el destino de “el hombre-lobo” estaba marcado.