SCARLETT VOICE SCARLETT VOICE (1) | Page 6

En su estado normal, el neocórtex puede prever las reacciones emocionales, elaborarlas, controlarlas y hasta reflexionar sobre ellas. Sin embargo, existen ciertos circuitos cerebrales que van directamente de los órganos de los sentidos a la amígdala, “puenteando” la supervisión racional. Cuando estos recorridos neuronales se encienden, se produce un estallido emocional, es decir, el individuo puede actuar sin pensar. Otras veces las emociones pueden perturbarlo, sabotear el funcionamiento del neocórtex y no permiten pensar correctamente ya que se carece de una guía de aprendizaje emocional. Ahora bien, dentro del plano gerencial quienes constituyen el capital humano actúan o realizan sus funciones basados en sus emociones y raciocinio. Cuando el empleador, supervisor o jefe valora los aspectos emocionales de quienes se encuentren bajo su mando, logra que éstos se automotiven, refuerza su sentido de pertenencia y, por supuesto, se optimiza la productividad y se forja un clima laboral satisfactorio en la organización. Esta valoración se inicia al fortalecer los vínculos de confianza, amistad y conocimiento personal entre jefes y subordinados de manera que se logre un clima propicio. Una estrategia ideal sería el incluir en los planes de capacitación y desarrollo, los cinco (5) pilares de inteligencia emocional propuestos por Goleman (1995) y que fueron nombrados interiormente. Por otra parte, ya en muchas organizaciones se ha demostrado que sólo aquellos empleados que ascienden rápidamente en sus carreras profesionales son los que cuentan con un coeficiente alto de inteligencia emocional. Estos resultados se generan porque los mismos han sabido manejar su aptitud emocional para  determinar cómo utilizar cualquier otro talento que tengan, es decir, han logrado dirigir y equilibrar sus emociones facilitándoles en gran medida el éxito en las tareas que deben o quieran emprender. Es relevante entender, que el ejercer un autodominio emocional en el ámbito laboral no significa negar o reprimir los verdaderos sentimientos, porque como lo reafirma Goleman, los estados de ánimo “malos” como el enojo o miedo, tienen su utilidad ya que pueden ser una intensa fuente de motivación, sobre todo cuando toca  corregir una adversidad, injusticia o inequidad. Además, hay que comprender que resulta imposible que el ser humano se desligue de sus emociones, por lo cual es conveniente crear consciencia del rol que cumplen las emociones a diario. Finalmente, se puede decir que el coeficiente intelectual determina lo que sabe un individuo y le permite entrar en una organización; sin embargo, es la inteligencia emocional quien determina lo que éste hará y le permite crecer profesionalmente y convertirse en líder en su entorno laboral. Por ende, se hace necesario para toda empresa luchar por lograr que la misma sea emocionalmente inteligente, de modo que cada uno de sus empleados sea capaz de negociar y resolver desacuerdos, inspirar y guiar a individuos o grupos e iniciar o manejar los cambios necesarios para el éxito personal, profesional y organizacional.  Autora: Lcda. Rigel Arapé