20. Un campeón es capaz de dar su vida por amor
Mi habitación no estaba en la misma zona del hospital que la de
Riky.
Una enfermera llegó para ponerme el suero. Le dije:
-Quiero hablar con mi hermanito antes de entrar al quirófano.
-¿Para qué?
-Para darle ánimo. Necesito decirle que me siento muy feliz de
ser el donador.
-Veré si puedo conseguir un permiso para que lo visites.
-Gracias.
A las pocas horas, la enfermera llegó de nuevo.
-No debo quitarte el suero, Felipe, así que necesitarás caminar
despacio hasta el cuarto de Riky. Yo te ayudaré.
Me puse de pie con rapidez.
-¡Cuidado!
Anduve por el corredor a grandes pasos. La asistente iba detrás
de mí, cargando la botella de suero. Tomamos un elevador y
llegamos al piso de enfermos graves.
Mis padres estaban en la sala de espera. Los saludé, pero no
me detuve a conversar con ellos. Entré a la habitación de Riky. Mi
entusiasmo se convirtió en una mezcla de asombro y tristeza. Un
chico inmóvil con la piel marchita y el cabello ralo, se hallaba
acurrucado bajo la sábana. -Él... él... es... ¿Mi hermano?
-Sí.
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