amigo: tío, primo, vecino o incluso maestro. Los niños deben
observar muy bien a cada persona, ver a los ojos y, sin ser
miedosos ni exagerados, aprender a identificar las malas
intenciones. No deben permitir que alguien los acaricie en sus
piernas, pechos, o partes íntimas. Deben desconfiar de quien les
pida que vayan con él a otro lugar o los mire con expresión extraña.
-O sea, que un campeón tiene “presentimientos”.
-Si pero, sobre todo, escucha y analiza mucho. No se deja
engañar ni cree en nadie a la primera; sabe que casi todas las
personas dicen mentirillas y tratan de convencer a los demás de lo
que les conviene. Esto puede sonarte drástico, pero es cierto: Los
seres humanos incurrimos en falsedades con frecuencia. Por eso,
un campeón está alerta, examina y descubre las intenciones
secretas de la gente.
-Ya comprendí, pero no creo que hacer eso me sea fácil.
-¿Por qué no? Todo, en la vida, se logra con práctica. Trata de
hablar menos y escucha más. Procura moverte despacio y percibe
todo lo que ocurre a tu alrededor. Usa tus sentidos. Conviértete en
un verdadero observador.
Me puso una mano sobre la espalda. Luego comentó:
-Le dije al señor Izquierdo que te llevara a la escuela en su
coche. Tal vez venga mañana. ¿Qué hacemos?
-Dejaré que me lleve –contesté -. Voy a observarlo, como tú
dijiste. Lo miraré a los ojos y trataré de sentir sus vibraciones. En la
tarde te digo lo que pasó.
-Felipe -dijo papá -, no es buena idea que te arriesgues. Si
notaste algo malo en ese señor y en su hijastro, aléjate de ellos.
-De acuerdo. Lo haré. A propósito. Hoy salí un rato. Cuando
regresé, había cuatro ladrones tratando de entrar a la casa. Uno de
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