con Ivi: Saber quién le había dado esa caja, y platicarle sobre la
horrible visión que tuve cuando miré la sangre del señor Izquierdo.
Tomé la cajita de madera, la metí en una bolsa de plástico y la
llevé conmigo. Después de caminar media hora, llegué a la escuela.
Toqué el timbre y salió el conserje.
-¿Qué se te ofrece? -me preguntó.
-Vengo a hablar con su sobrina, ¿la puede llamar?
El hombre me miró con desconfianza. Pareció no entender.
-¿A quién quieres ver?
-A su sobrina –repetí -. La conocí hace poco. Me prestó algo
-levanté la bolsa -, y vengo a devolvérselo.
-¿Estás seguro?
Me hizo dudar.
-¿Usted tiene una sobrina muy bella, como de dieciséis años,
¿verdad?
-Sí -contestó.
-¡Pues yo hablé con ella la otra noche! Somos amigos. -Qué
extraño... Mi sobrina casi nunca sale de su cuarto
-Me llamo Felipe Cepeda. Dígaselo, por favor.
-Déjame preguntarle si quiere verte.
Me pasé una mano por el cabello para acomodármelo.
Al poco rato, apareció el conserje acompañado de su sobrina.
Un escalofrío me estremeció al mirarla. Era una chica jorobadita, de
aspecto enfermizo y descuidado.
-¿E... ella... es?
-Si.
61