SANGRE DE CAMPEÓN Sangre de campeón | Page 4

-¡Sólo da un paso al frente y déjate caer! ¡Anda, sé valiente! Tuve ganas de propinarle un golpe, pero no podía moverme. -¿Qué te pasa? -me animó -. No lo pienses. Quise impulsarme. Mi cuerpo se bamboleó y Riky soltó una carcajada. -¡Estás temblando de miedo! Quítate. Voy a demostrarte cómo se hace. Llegó junto a mí. -¡Papá, mamá! Miren. Mis padres saludaron desde abajo. Cuando se iba a arrojar, lo detuve del brazo. -Si eres tan bueno –murmuré -, aviéntate de cabeza, o de espaldas. Anda. ¡Demuéstrales! -¡Suéltame! Comenzamos a forcejear justo en el borde de la plataforma. -¡Vamos! –repetí -. Arrójate dando vueltas, como los verdaderos deportistas. -¡No! ¡Déjame en paz! Mis padres vociferaban histéricos desde abajo: -¡Niños! ¡No peleen! ¡Se pueden a caer! ¡Se van a lastimar! ¿Qué les pasa? ¡Felipe! ¡Suelta a tu hermanito! Riky me lanzó una patada. Aunque era más ágil, yo era más grande. Hice un esfuerzo y lo empujé; entonces perdió el equilibrio, se asustó y quiso apoyarse en mí, pero en vez de ayudarlo, lo volví a empujar. Salió por los aires hacia un lado. 4