7.
Un campeón tiene capital de autoestima
Papá respiró hondo y comenzó a hablarme con voz tierna.
-Cuando yo era niño, algunos compañeros también se portaban
groseros conmigo. Me decían “el sapo” y se burlaban de mí todo el
tiempo. Un día, me quitaron los pantalones en el baño y me
obligaron a ir por ellos hasta el patio. Las niñas me vieron. Todos se
rieron. Entonces comencé a ser rebelde y grosero. En casa gritaba
y tenía el carácter agrio; afuera me hice juguete de los demás. Me
sentía como basura... Una mañana, mi maestra titular enfermó y
llegó una nueva profesora suplente. Era joven y bonita. Se dio
cuenta de la forma en que mis compañeros abusaban de mí y
comenzó a hablarme todos los días al final