SANGRE DE CAMPEÓN Sangre de campeón | Page 21

-No somos deportistas -aseguró Lobelo-. Vengan, les voy a enseñar algo increíble. Lo seguimos. Entramos a las regaderas de hombres; el ambiente estaba húmedo y el piso mojado. Varios señores se bañaban, y una nube de vapor los envolvía. Lobelo caminó por delante volteando para todos lados como un ladrón. Llegó hasta la esquina del vestidor, abrió rápidamente una pequeña puerta y se metió, haciéndonos señales para que lo siguiéramos. Era el cuarto de máquinas, habla motores y calderas. -¿Qué hacemos descubren... aquí? -pregunté asustado -. Si nos -Cállate cobarde... Vengan. Miren eso. Señaló con el dedo una mancha en la pared. -¿Qué es? -pregunté. -Un hoyo. De seguro lo hizo algún trabajador de mantenimiento. Lobelo subió a la caldera y se detuvo sobre el muro para agacharse un poco y mirar por el agujero. -¡Guau! -exclamó después -. ¡Vean nada más! ¡Qué mujer! Está gorda y llena de bolas. ¡Y aquella! ¡Qué diferencia! Ésa si es una flaca. -A ver. Déjame ver. El amigo de Lobelo se trepó junto a él. Tuve la sensación de un hormigueo en el estómago. ¿Estaban viendo mujeres desnudas por ese agujero?, ¿pero, cómo? Pasaron mucho tiempo turnándose para mirar. Después de un rato me dijeron: -¿Quieres echar un vistazo? ¿O te da miedo? 21