SANGRE DE CAMPEÓN Sangre de campeón | Page 10

entonces, no volvió a entrar al cuarto en el que yo hacía mis labores escolares. Jugaba con el vecino afuera. Una tarde, cuando comenzaba a oscurecer, escuché ruidos extraños en el techo. La casa de dos pisos era demasiado alta. Salí al patio. Encontré al vecinito mirando hacia arriba y a Riky corriendo por la azotea. -¿Qué haces allí? -le grité. -Vine... –dudó -, ¡ah, sí! ¡A buscar mi pelota! Entré a acusarlo. Me interesaba más hacerlo quedar mal que ayudarlo a bajar. Mi madre estaba bañándose. -Mamá –grité -, ¡Riky se subió al techo! Ahora sí vas a tener que castigarlo. -¿Cómo dices? -Anda en la azotea. Subió por la escalera de aluminio con la que estoy pintando. -¿Dejaste la escalera recargada en el muro? -Sí. Es muy larga. Apenas la puedo mover, pero no la dejé ahí para que Riky se subiera. ¡Debes regañarlo! -Dile que se baje -suplicó. -No me obedece. -¡Ayúdalo! -insistió. -Es su problema. Que baje solo. En ese instante recordé que la escalera estaba apoyada sobre una superficie desigual y que había enormes piedras en el suelo. Si mi hermano no tenía cuidado, podía... C uando razoné esto, era demasiado tarde. 10