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samizdat MAYO 2017
CIENTÍFICO Y POETA
A los pocos días de empezar la carrera de Física me estremecí cuando un compañero me dijo: « Ojalá la ciencia no se hubiera desarrollado tanto; entonces seríamos mucho más felices ». ¡ Tremenda manera de iniciar una carrera científica! Si el conocimiento resulta amargo, si la conciencia de la realidad es dolorosa, ¿ por qué estudiar? ¿ Acaso la ciencia no sirve para descubrir la belleza del universo?
Yo me descubro enamorado del universo: así el estudio cobra sentido. Ante la realidad, que me provoca incesantemente, surgen en mí mil preguntas y tengo un anhelo irrefrenable de sumergirme en sus entrañas. Quiero descifrar el misterio que me tiene seducido. ¡ Qué maravilla poder penetrar en la realidad a través de la ventana que abren las matemáticas!
Sin duda, hemos nacido con una habilidad espectacular para comprender todo lo que sucede, pero constantemente experimentamos el límite de nuestra razón. En el campo científico, al igual que en el resto de los factores de mi vida, jamás logro alcanzar un conocimiento absoluto. Las observaciones y los cálculos nos acercan a la verdad, pero jamás la agotan. Muchas veces tengo miedo a esta incertidumbre, no la soporto … pero el atractivo de la realidad siempre me rescata. Gracias a la belleza y a los grandes amigos que me contagian sus ganas de vivir, mi peregrinación hacia la verdad no tiene fin.
Resulta envidiable la actitud de científicos como Copérnico: un hombre que, a pesar de lo que todo el mundo creía, tuvo la sensibilidad y la sencillez de mirar atentamente y descubrir una verdad que todos desechaban. También él tuvo que elegir entre la comodidad o asumir una tarea desproporcionada. Más aún, tuvo la humildad de poner al hombre donde le corresponde: no en el centro del universo, como medida de todas las cosas, sino como huésped de la realidad, que es nuestra morada. En esto consiste la pasión y la honestidad que tanta falta nos hace. El atractivo, la belleza de la realidad, vence la desazón que con frecuencia nos asalta.
¡ Cuánto deseo estar disponible, conmovido, como un poeta! La ciencia es interesante cuando me abro sin límites a lo que sucede, dejándome sorprender por la trastienda de lo cotidiano.
Me remueve esta cita de Newton: « Ignoro cómo soy percibido por los otros, pero me siento como un niño que en la playa busca algunas piedras más redondas que otras, mientras delante de mí se extiende un infinito océano desconocido ». El que es probablemente el científico más grande de la historia de la humanidad, revela en esta cita su genialidad: era como un niño, inocentemente fascinado por el universo.
Esta es la estatura del verdadero científico: un hombre que se maravilla ante la comprensibilidad del universo, que es consciente de la desproporción entre su razón y la verdad, y, aún así, asume el riesgo de ahondar en sus entrañas. Por eso, cuando mis amigos me preguntan: «¿ Por qué no escoges la carrera de Filosofía o la de Literatura, con lo que amas todo lo humano?», yo les contesto: « Porque, estudiando Física, quiero ser un poeta de las matemáticas ». Considero que este es el mayor ideal al que puede tender todo hombre: ser continuamente fiel a su deseo de profundizar en la realidad y descubrir una respuesta última.
Enrique García-Blanes, estudiante de Física( UCM)
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