Saludablemente Saludablemente 61 | Page 7

S e cuenta que una vez asaltaron a Mathew Henry, un famoso ministro, tras lo cual sus amigos le preguntaron cómo se sentía. Claro que ellos esperaban escuchar de él alguna queja, pero grande fue su sorpresa cuando Henry contesto: “Me siento muy agradecido, de hecho tengo cuatro cosas por las cuales estar agradecido en cuanto a esto que me ha pasado. Primero, estoy agradecido pues es la primera vez que me asaltan, segundo, estoy agra- decido porque me robaron la bolsa y no me quitaron la vida. Tercero, estoy agradecido porque, aunque se llevaron todo lo que llevaba encima, no era mucho. Y cuarto estoy agradecido porque me robaron a mi y no fui yo quien robó.” Este es un impresionante modelo de gratitud. Dice un antiguo poema, ¿Por qué se queja el hombre en su vida? ¿No debería bastarle con estar vivo?. Es cierto que estar vivo en sí es algo maravilloso. Pero rara vez se nos ocurre, por ejemplo que podríamos no haber nacido, y el hecho de levantarnos con vida cada mañana es algo que damos por sentado. La actitud más común, aún sin darnos cuenta, es la queja, el lamento, la protesta. Es la actitud opuesta al reconocimiento y la gratitud. La gratitud nos conecta con nuestros mejores sentimientos y pensamientos, nos ayuda a mirar más allá de nosotros mismos. Sabemos por experiencia que la gratitud atrae más gratitud por lo que tenemos. Es el antídoto más poderoso contra la queja.------- Acusar al destino y lamentarnos sobre la suerte que nos toca vivir es absolutamente inútil. A menudo, creemos que así aliviaremos nuestro corazón de un peso que nos oprime, cuando en realidad nos va pesando cada vez más, ya que el que se queja siem- pre cae más abajo en el océano de la vida, en lugar de elevarse hacia las alturas. A veces nuestra propia luz se apaga y se reaviva con una chispa de otra persona. Cada uno de nosotros tiene motivos para pensar con profunda gratitud de aquellos que han encendido la llama dentro de nosotros. 07