En el supermercado, había una empleada con
aspecto amenazante. Ahora sé que su nombre es
Lisa, que hace 30 años trabaja allí. Y en verdad es
mucho más amistosa de lo que yo pensaba.
Mi nueva vecina recién casada estaba muy irri-
tada porque comenzó un nuevo trabajo y se
levanta todos los días a las 4 de la mañana. Me
ofrecí a ayudarla sacando a pasear a su perro
después del trabajo, así ella podía pasar un rato
con su esposo.
En las tres semanas
que estuve sumergida
en mi “práctica de
bondad”, Dios dio muchas
oportunidades de poner en
práctica mi amor, bondad
y paciencia”.
Día a día iba construyendo mi músculo de la bondad, y le con-
taba a mi amiga-mentora qué acto había hecho ese día. Dar
chocolates a mis compañeras de trabajo. Ayudar a una mujer
ciega a llegar a una reunión. Consolar a mi hermano que tiene
un amigo moribundo. Regalarle a una amiga adolescente una
sesión de manicura. Invitar a cenar a una amiga para celebrar
su compromiso. Elogiar a alguien por un trabajo bien hecho.
Pedir perdón cuando es necesario. Invitar amigos a una comida
en casa. No tocar la bocina en un embotellamiento de tránsito.
También presté atención e informé a mi amiga por lo menos de
una bendición diaria. Andar en mi bicicleta nueva. Disfrutar de
una mañana en la piscina. Valorar a mi familia. Recibir hués-
pedes. Lograr sacar la cera de mi mantel. Poder trabajar desde
casa en vez de ir a la oficina. Recordar el código de mi computa-
dora. Ver la belleza de la naturaleza. Hablar con una vieja amiga.
LA DULZURA Y LA MIEL FUNCIONAN MEJOR
Ayer terminaron mis 30 días, y estoy súper agradecida por las lecciones:
Es tan fácil buscar lo positivo como buscar lo negativo. Sólo requiere práctica.
Hay una manera de decir lo que pienso, con miel y dulzura, sin ser crítica y combativa.
Puedo seguir siendo directa pero tener tacto, que no es lo mismo que ser brutalmente franca.
Puedo encontrar la manera de perdonar al “gruñón”. Quizás ocurre algo en su vida, como
comenzar un nuevo trabajo y tener que levantarse a las 4 de la mañana.
Entrenar el carácter es como entrenar mi cuerpo para una maratón. Estuve construyendo el
equivalente al músculo de la memoria para que la próxima vez que mis reacciones quieran
ser impulsivas, pueda recordar cómo se siente practicar en cambio la bondad y la calma.
Este programa funciona y los ingredientes son simples: un compromiso de 30 días para
llegar a una meta accesible. Estoy lista para aplicar el programa a mi siguiente área de cre-
cimiento (me parece que estoy preparada para trabajar en recuperar esa amistad perdida).
Este es el momento perfecto para intentarlo.
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