S O U L M A T E S (revista SasuNaruSasu) ESPECIAL NAVIDEÑO 2018 | Page 7
Tal vez porque se sentía algo culpable
por los tantos meses que habían pasado
(y por dudar de que Naruto hallaría la
manera de mantener la tradición intacta),
Sasuke se dio el lujo de despilfarrar
comprando todo lo que Naruto quisiera
comer hasta que su estómago de búfalo
no pudiera más. El rubio solía decir a to-
do el que estuviera dispuesto a escu-
charlo – y al que no también – que su
comida favorita era el ramen; mas Sasuke
era consciente de que Naruto ahorraba
hasta cuando no era necesario y siempre
que podía comer una baratija poco nutri-
tiva lo hacía, si con eso significaba que
su billetera nunca estaría vacía… Así te-
nía dinero para pagarse cuanto viaje en
avión deseara.
Satisfecha el hambre se dedicaron a pa-
sear por las calles adornadas de guirnal-
das y motivos navideños; había nevado
el día anterior y todavía había hielo y
parches de nieve en algunas partes de la
acera. Naruto le hacía fotos a todo lo
que parecía gracioso, interesante o biza-
rro. Forzó a Sasuke a posar para más de
una y le amenazó con hacerle cosquillas
ahí mismo si no sonreía.
Le abrumaba: esa íntima cercanía que se
había formado entre ellos en cuestión
de un par de horas; ni Juugo ni Suigetsu
ni Karin se atrevían a tocarlo tanto, y en
aquellas ocasiones que sí lo hacían, Sasu-
ke se sentía más incómodo que otra cosa.
El que fuera invierno solo intensificaba la
calidez que poco a poco se acogía en
cada parte de su cuerpo; se sintió a sí
mismo recargándose contra el cuerpo de
Naruto, que a pesar del abrigo parecía
arder como un horno cada vez que esta-
ba en contacto con el suyo. Naruto le
pinchaba el costado con un dedo cuan-
do Sasuke se demoraba en poner “carita
feliz, teme”, y en respuesta él le daba un
codazo o volvía a tirarle de una oreja; el
solo verlo haciendo berrinche inundaba a
Sasuke con una sensación demasiado
confortante y hogareña: le enviaba de
vuelta a Japón, aun si el mundo se movía
alrededor de ellos foráneo y frío y festi-
vo, a los recuerdos de las otras Navida-
des que habían pasado juntos.
Hubo un momento de pausa en el que
quedaron de pie frente a un restaurante
de comida china; del frente colgaban
lámparas de papel rojas y letreros bilin-
gües. En un momento de clara impulsivi-
dad, Naruto le agarró de su antebrazo y
lo arrastró al callejón que se abría a la
derecha del establecimiento. A pesar de
su desconcierto Sasuke no opuso ningu-
na resistencia y sus pies se movieron pa-
ra seguirlo.
—Qué...