Federico
López y Los
Torrentes
En tres años de aviones intentó dormir, ver
películas y leer; al final sólo pudo meditar, idear,
inventarse mundos. Era una muy buena época
para ‘Aterciopelados’ y él tocaba los teclados y “las
máquinas”. Renunció a la agrupación y en Medellín
montó ‘Los Torrentes’, un grupo para hacer un musical
de sólo tres presentaciones y desaparecer.
Federico López necesitaba parir todo ese mundo que
había construido en esa meditación. Antes apareció
ese combate consigo mismo por no necesitar la
guitarra eléctrica para crear. Le habían robado la
guitarra y con ella una posibilidad creativa y recreativa
que lo acompañaba entre su trabajo y en los tiempos
muertos. Mientras que en los aviones lo acompañó la
meditación, en las ciudades una búsqueda de libros
de segunda -en pequeños espacios, los mercados y los
anticuarios- fue la tarea.
‘Los Torrentes’ nació como un grupo que no necesitaba
de la energía eléctrica; eran un guitarrón de mariachi,
una guitarrita, una percusión menor y una tambora. El
musical que tenía vestuario y una coreografía donde
en el centro estaban los cuerpos -gestuales, a veces en
pausa- se presentó en la Alianza Francesa, en Le Bon y
Comfama de San Ignacio.
Eran cuatro o cinco miradas sobre la incertidumbre que
permitían reivindicarla, hacerla también algo necesario
y, sobre todo, algo creativo.
De una carrera larga y muy vigente en el 2014 -girando
con Fonseca- Federico López decide escoger este
momento al principio de la década del 2000 como
su mayor orgullo porque se trata de una temporada
donde logra plasmar una cosmogonía y hacer su
propia música y letras teniendo una visión completa de
grupo. También es la época en la que empieza a armar
conversaciones periódicas con amigos sobre lo que
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había aprendido en sus viajes con ‘Aterciopelados’.
Fue productor de álbumes de ‘Aterciopelados’, de
‘Ekhymosis’ y de ‘Bajo Tierra’, pero le gusta más
trabajar en el sonido en vivo, cuando llega el momento
definitivo y hay que poner en práctica una pericia y
así ser franco con el arte que está sucediendo en el
mismísimo instante.
Aunque hoy Federico es reconocido como gran
sonidista de la ciudad, el que dirigió el sonido de
Altavoz durante el 2010 y 2012 y el que es elegido por
los músicos más reconocidos en Colombia, empezó
como todos, con una guitarra, y tal vez por su carácter
y un cierto placer que encuentra en el anonimato y
una admiración por los invisibles -por aquellos leones
dormidos o los durmientes como llama a los que no
necesitan la fama para dejar una obra- muchos no
lo asocian como uno de los teclistas que ha tenido
‘Aterciopelados’ y un músico de ‘Kraken’ en dos
periodos en los noventa -que suman cuatro años- ,
donde participó del concepto de un álbum.
Antes de su grupo actual ‘Aeromostra’ -del cual
se puede encontrar una canción circulando- y de
‘Los Torrentes’ -que era una propuesta efímera-,
estaban ‘Ekrión’ -grupo que lo puso en contacto con
‘Ekhymosis’- y ‘Necrofilia’, donde la batería la hacía el
baterista de ‘Reencarnación’.
“Soy músico pero la música que hice nunca fue
importante para la ciudad, ni era necesaria (…);
era muy disfuncional para la ciudad. Pero la ciudad
necesitaba un ingeniero de sonido, porque los que
existían no eran tan buenos -y yo tampoco lo hacía tan
bien, pero era más cercano a los músicos que quizá los
técnicos de las empresas de sonido. Entonces llevaban
al amigo que no tenía idea de sonido, pero por lo menos
sabía que la guitarra tenía un pedal con distorsión que
lo sacaba por un amplificador y entonces -no sonaba
mejor- sino menos peor. La ciudad necesitaba eso. Y
mi discurso musical quedó diluido… yo traicioné… o
hiberné. Ahora trato de trasladar esa filosofía de la
música al arte del sonido y elevarlo a un punto en el
que a través del sonido pueda llegar a esa propuesta
estética que tenía (…). Y quizá apenas tenga la edad
suficiente para empezar a reflexionar sobre eso y
retornar a algo de lo que me movía e n esa época”.
Federico habla de una traición a una pulsión creativa
mostrando lo difícil de tener un canal por el que están
copiando -por el que un mercado profesional respondey salirse de ahí, de esa certidumbre, de una comodidadpara enfrentar los azares y nuevos rigores del espectro
total de las frecuencias. Sin embargo, es dueño de
una historia llena de convicción, de criterio, donde ha
sabido renunciar, plantearse políticas de lo cotidiano y
con las cuales enfrentar encrucijadas.
Ha seguido vivo el niño que fundó el chuelevismo en el
colegio -una religión para dos o tres amigos- cuando
sabe que irse de gira con una banda es “vivir algo