inocencia y esperanza; nos describe los parques que habitó y
lo habitan con sensorialidad y afinado gusto modernista; nos
describe la pequeña historia de Sevilla con el ímpetu y la sabiduría
de quien la ama y la ha vivido y la ha añorado, y anhela
siluetear su milagro; nos señala los espectros del gris tardofranquismo
con el realismo social y concienciado de quien necesita
hacerse entender con inmediatez y quiere ayudar a comprender
la realidad, de quien desea tender puentes e incitar a la acción.
Mención aparte merece la escritura más reciente que agavilla
este libro, la de su última sección, «Pesquisas sobre el paisaje
(2010-2019)», honda y lúcida desde una sencillez fulgurante.
Ahí podrán leer poemas como imágenes nítidas de la música
de la existencia, de su materia más memorable y sus instantes
perfectos; poemas tan redondos y reverberantes como estos tres
que no me resisto a anticiparles como breve muestra de lo que
ofrece Ruido de pasos:
Al bosque entran caminos
que sin saberlo conducen
a su corazón oculto.
Un árbol destaca solo
en la planicie vacía.
Los pájaros lo hicieron rey
de toda la luz del llano.
Ejércitos de amapolas
forman la única defensa
de la ciudad que sestea
bajo los cielos de mayo.