«Nuestra vida es innombrable / como el sonido de un río»,
escribe el autor. Y también: «No ames nada / si no amas también
su camino». Y también: «Ser paisaje para otros / sosegado
paisaje de sombras y de claros».
Ruido de pasos es un libro extenso e intenso. Caben en estos
versos los días y sus sueños, las labores, las decepciones y las
pérdidas, el amor, los encuentros, las pasiones, los mitos, las ciudades
(y sobre todo Sevilla), las reflexiones sobre las diferentes
circunstancias y los diferentes contextos que afrontó el poeta…
Paisajes del tiempo observados con una mirada sensible, atenta,
implicada, crítica, de vocación transformadora.
El poeta se expresa con diferentes registros y acentos, modulaciones
de una misma voz. Poesía que cambia en el transcurso
del tiempo, como cambia el poeta, como cambia todo, porque
todo es fluir.
En esa voz propia florecen resonancias de maestrías múltiples
y entrecruzadas, diversas: de Juan Ramón y Cernuda a Neruda,
Whitman y Ginsberg, de la poesía de la Generación del 50 a
los poetas chinos y japoneses clásicos y las poéticas del silencio.
El autor nos regala en estas páginas vívidas y perdurables estampas
con sutiles trazos impresionistas, nos narra sucedidos y
leyendas, las instantáneas fugaces y al paso de la cotidianeidad y
las conmociones duraderas y trascendentales de lo excepcional.
Citemos algunos hitos de este viaje: el poeta y ciudadano
nos describe vibrantemente a la juventud rebelde que acudía al
Festival de Reading de 1975 como se acude a un mundo que
nace, y escribe para ello con una confianza hímnica, repleta de