"RONDA DE RISAS" Ronda de Risas Volumen I | Page 35

Sabemos que la sexualidad infantil se inicia desde los primeros años y va transitando por distintas etapas hasta la pubertad, mientras tanto los deseos y objetos de interés van pasando por diferentes lugares o zonas y van cobrando diferentes manifestaciones.

Cerca de los 2 años los niños atraviesan la “fase anal”, la atención de los niños está en esta zona del cuerpo y en los objetos (pis y caca) toda actividad placentera gira en torno a la retención lúdica de los excrementos, manipulación e investigación.

Este tiempo coincide con el inicio del entrenamiento de control de esfínteres. Es decir, que las sensaciones placenteras que el niño experimenta alrededor de los excrementos se hacen incompatibles con lo demandado por los adultos, como la mamá.

La importancia del aseo personal y limpieza, entran en contradicción con los deseos sexuales.

Esto empieza a originarle problemas y el niño se defiende creando barreras, como el pudor, la repugnancia y el asco como función reactiva. Al experimentar esto, el niño renuncia a manipular objetos preciados por él para adecuarse a las pautas de higiene.

Existen objetos que por sus características y consistencia, se constituyen en sustitutos simbólicos, posibilitándole desarrollar actividades placenteras, como apretar pegotear, destruir, amasar, etc. Estos objetos son promovidos por los adultos en actividades lúdicas, como masa, goma, barro, arena o témperas.

Así como la materia fecal cae bajo la barrera defensiva del asco, muchas veces sus sustitutos simbólicos también son víctimas de la repugnancia o rechazo. Es por eso que nos encontramos con niños angustiados.

El asco y la vergüenza se constituyen como modo eficaz de sofocar excitaciones sexuales que se tornan displacenteras por entrar en contradicción con las demandas del medio.

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Gimenez, Brenda